Lo que he aprendido en el liderazgo:
[avatar user=”jorgecantoh” size=”thumbnail” align=”left” link=”file”]Pbro Jorge Canto[/avatar]Cuando alguien le hace campaña a otro (en el argot le llaman “delfín”) para que escale puestos de liderazgo lo que está diciendo en realidad:
- Que en su ecuación Dios no se toma en cuenta pues (Dn. 2:21) se está seguro que al Altísimo no está tomando en cuenta a su “delfín” así que hay que arranciar, corromper, amenazar o prometer componendas, todas estas son artes y suertes de la carne, del diablo, pero nunca del Espíritu Santo.
- Que el susodicho promovido es un perfecto inútil, pues sin esa “campaña” nunca podría ocupar ningún puesto, así que requiere un aparato humano carnal que lo instale en el cargo que jamás alcanzaría por sí solo.
- Que su delfín es un ente sin voluntad, es decir, un simple títere, puesto que si se le seleccionó para la “campaña” es por demás que le conviene al promotor, así que jamás pondrá a un ser independiente, pensante y disciplinado, sino un triste bulto que se manejará al antojo del promotor.
Cuando vemos a estos “líderes-adelfinados” sólo cosechan de nosotros el menosprecio, la conmiseración y la burla, cuando se les acaba la cuerda del promotor no quedan ni el más mínimo recuerdo laudable de ellos, sino una simple anécdota de lo que la miserable naturaleza humana teje como abaratado tapiz podrido.
Esto es algo de lo que he aprendido en el liderazgo:
no te corrompas, no aceptes tratos que mancharán irremediablemente e indeleblemente tu vestidura. Tu vales más que un puesto, vales la sangre del Cordero. Mantén tu dignidad, pues tu testimonio seguirá viviendo después de que tu te hayas ido. Servirás como buen ejemplo o como anecdotario de menosprecio. Recuerda que al fin y al cabo, Dios siempre se saldrá con la suya.