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martes, septiembre 17, 2024
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Traspasar fronteras: acompañamiento a los hijos de las familias misioneras

Por Verónica Velázquez de Ordoñez

Cuando sabemos que una nueva familia emprenderá su viaje misionero, es probable que nuestra mirada sea dirigida hacia los integrantes más pequeños de la misma.  Es inevitable tratar de imaginar en los momentos o vivencias que les tocará atravesar. Sea que lo disfruten o que no lo hagan.

Más allá de lo que podamos suponer, los niños forman parte de un grupo familiar llamado a alcanzar a los perdidos. Esta es la razón por la cual Dios los ha convocado para anunciar su Palabra en una etnia o país específico y abrazan la idea de que otras personas conozcan al Salvador.

Así como los hijos de los misioneros son un complemento muy importante para la familia, también forman una parte muy importante en el proyecto que se desarrollará más allá de las fronteras de su país natal. Generalmente, los regalones de la familia se suman de manera muy activa al servicio realizado en el país anfitrión. Se involucran en la intercesión, oran fervientemente por las necesidades que los habitantes de esa nueva cultura, se presentan de manera visible ante ellos y, si la edad lo permite, se suman al evangelismo que realizan sus padres.

De ninguna manera debemos pensar que los menores de la familia serán meros espectadores del trabajo que sus progenitores realizarán. De hecho, estas actividades, son las que marcarán sus vidas para siempre. Por lo tanto, es muy probable que en el futuro ese mismo hijo o hija, decida servir al Señor de la misma manera que lo hacía con sus papás.

Esto se logra debido a la dedicación que los adultos del grupo propician cuando ensamblan el servicio a Dios con la vida familiar que ahora está lejos de casa y son los padres los primeros en buscar el mayor bienestar para sus hijos. Se entiende por bienestar un estado de satisfacción, tranquilidad y felicidad que se puede alcanzar cuando se entrega lo mejor de cada uno a su gente más querida.

Sin embargo, no podemos desconocer que, sumado al servicio que se realiza con mucha entrega y obediencia, se contrapone un cambio considerable en la vida cotidiana. Una vida que contempla momentos recreativos de esparcimiento, además de cumpleaños o festividades especiales, que con frecuencia se realizan sin los familiares o amigos muy queridos que ya no están tan cerca. Esto lleva a poner más atención a los detalles que proporcionen alegría para generar ambientes gratos que se conviertan en experiencias inolvidables.

Debido a que el llamado a ir a un lugar determinado es para una familia en particular, se podría pensar cuán lejos está de nosotros contribuir a esa tranquilidad que ellos necesitan. Resulta difícil suponer que alguien tan lejano podría aportar algún tipo de afecto que pudiera alegrar a otros. Pero, muy por el contrario, tal pensamiento resulta muy distinto de la realidad; porque definitivamente todos podríamos ser un engranaje importante y muy útil para contribuir a esa necesidad de afecto y compañía.

Por ejemplo, en el caso del Departamento Nacional de Misiones en Chile se están implementando diferentes métodos para acompañar a los hijos de misioneros mientras están en el país de llamado de sus padres; y así colaborar en el proceso de adaptación a su nuevo entorno. Teniendo como objetivos participar activamente en su cuidado, mantener lazos estrechos y ocuparse de su bienestar. De esta manera se ha conseguido un acercamiento sustancial tanto con los hijos como con sus papás.

Cuando se habla de participación es porque procuramos acercarnos a ellos periódicamente. Sin ser invasivos, se intenta estar pendiente de su realidad en la medida de lo posible, lo que permite, buscar continuamente una nueva idea para llegar a los hijos de la familia misionera.

Mantener lazos estrechos tiene que ver con realizar una etapa de acompañamiento mediante la comunicación que se logra sostener. Para realizarlo se preparan encuentros virtuales, cápsulas orientadoras y un seguimiento individualizado de ser necesario. De este modo se mantiene una estrecha y muy grata relación con ellos al recordar las fechas significativas como cumpleaños, día del niño y otras. Con esto, se pretende demostrar una preocupación por cada uno en particular.

Cuando ellos regresan al país de origen se produce una relación muy significativa entre todos quienes han podido participar, de manera frecuente o esporádica, en cada encuentro virtual. Sin importar el tiempo que haya pasado ellos comparten como si se conocieran desde siempre. Y se divierten como si fueran amigos de toda la vida.

Es por esto que se reconoce la posibilidad de acercarse a estos chicos aun cuando vivan tan lejos de sus países natales. Ha quedado comprobado que acompañarlos, aunque fuera a través de un dispositivo, es una muy buena oportunidad de compartir momentos agradables. Hemos comprendido que desde el lugar donde nos encontremos podemos aportar con nuestro granito de arena y sumarnos como parte de esta hermosa y noble tarea.

Sin lugar a duda, ambas partes hemos sido muy bendecidos, los hijos de los misioneros se dan cuenta que la iglesia está presente y pendiente de sus necesidades; nosotros aprendemos a conocerlos y disfrutamos mucho de su compañía. De esta manera se generan amistades y relaciones afectuosas que probablemente perdurarán a través del  tiempo.

Verónica Velázquez de Ordoñez

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