Por Jaime Mazurek
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Entre los libros de mi biblioteca, uno que tesoro de manera muy especial es una reimpresión de una obra originalmente publicada en el año 1900 titulado, La evangelización del mundo en esta generación. Su autor fue John R. Mott.
John Raleigh Mott (1865-1955) ya no es muy conocido en la actualidad, ni siquiera entre la mayoría de los evangélicos. Sin embargo, su historia es uno que amerita ser conocido y compartido, pues fue un fundador e impulsor clave de lo que muchos consideran el movimiento juvenil-misionero más grande de toda la historia. Su libro es un llamado a las misiones mundiales. Aunque Mott escribió aquella obra antes de la existencia de vehículos motorizados, aviones, radio, televisión, telefonía digital y el Internet, estaba plenamente convencido que con las tecnologías “modernas” de su tiempo – como la imprenta, el telégrafo, el teléfono y los barcos y trenes a vapor – era enteramente posible evangelizar al mundo entero en el lapso de una sola generación. Su llamado es intenso, convencido y apasionado. Vale la pena conocer más sobre este extraordinario líder y el movimiento que lideró – el Movimiento Voluntario Estudiantil para las Misiones Foráneas.
El siglo XIX fue un tiempo de mucha expansión en la cultura mundial, lleno de inventos que facilitaron el transporte y las comunicaciones de maneras extraordinarias; cosas como los barcos a vapor, el ferrocarril, el telégrafo, el teléfono, y hasta la radio. Paralelamente con el auge tecnológico vino un fuerte aumento en el conocimiento de las realidades de naciones distantes, cosa que el Espíritu de Dios dirigió hacia una mayor preocupación por la evangelización mundial.
Desde el tiempo de Guillermo Carey (1761-1834) el “padre de las misiones modernas” y su misión a la India, el fervor por las misiones mundiales creció rápidamente entre los evangélicos del Reino Unido y Estados Unidos. Algunos ejemplos notables son:
Cinco estudiantes de la universidad Williams College, Williamstown, Massachussetts, EUA salieron a caminar juntos un día de agosto de 1806. Conversaban acerca del manifesto para las misiones escrito por Guillermo Carey, Una investigación sobre las obligaciones de los cristianos de utilizar medios para la conversión de los paganos. De repente, hubo una tormenta de lluvia y viento, y los cinco buscaron refugio debajo de un pajar. Ahí se pusieron a orar y tomaron la decisión dJohn Mott y el Movimiento Voluntario Estudiantil para las Misiones Foránease servir al Señor en las misiones foráneas. Juntos crearon la Junta Americana de Comisionados para las Misiones Extranjeras, la primera agencia misionera norteamericana. En poco tiempo comenzaron a enviar misioneros a Hawaii, China y otras naciones del Sud-Pacífico.
El Dr. David Livingstone (1813-1873) dio su vida entera a la evangelización de Africa Central, lejos de Escocia, su tierra natal.
El inglés Hudson Taylor (1832-1905) consagró su vida al Señor y a la evangelización de China a los diecisiete años de edad. Estudió medicina brevemente y antes de cumplir veintidós años viajó a China, donde pasaría cincuenta y un años evangelizando. Se vestía como los chinos, aprendió tres dialectos del chino, hizo traducciones del Nuevo Testamento y plantó muchas iglesias y escuelas cristianas. Fundó la agencia misionera China Inland Mission (Misión al Interior de China), la cual preparó y envió a centenares de misioneros más a Asia.
Los “Cambridge Seven” (los siete de Cambridge) fue un grupo de siete estudiantes universitarios, todos provenientes de familias aristocráticas inglesas, quienes respondieron al llamado de Dios canalizado por la China Inland Mission (Misión al Interior de la China). para servir como misioneros en China. Uno de ellos, Charles Thomas Studd, (1860-1931) ya era muy famoso por ser el mejor jugador de cricket en las ligas universitarias. Antes de partir a la China en 1885 recorrieron Gran Bretaña para compartir sus testimonios y motivar a otros a sumarse a lamisión. Hasta la Reina Victoria mostró interés en su ministerio. Los siete sirvieron al Señor durante largos años en China. Varios de esos siete fallecieron ahí; uno estuvo hasta el tiempo de la Segunda Guerra Mundial y fue tomado prisionero por las fuerzas invasoras japonesas. Todos pasaron por diversas persecuciones y sufrimientos, pero por su influencia muchos más responderían al llamado de la Gran Comisión de Cristo.
Estos y otros echaron las bases de lo que vendría a ser el Movimiento Voluntario Estudiantil para las Misiones Foráneas.
John Mott nació en estado de Iowa, EUA, en el año 1865. Su anhelo fue llegar a ser abogado o administrador de empresas. Comenzó sus estudios universitarios en una pequeña universidad en su estado natal, pero luego se cambió a la prestigiosa Universidad Cornell en Nueva York.
En enero de 1886, Mott decidió asistir a una conferencia sobre misiones dada por Kynsaton Studd, hermano de Charles, en la U. de Cornell. Llegó atrasado, interrumpiendo la reunión. Studd se detuvo en su charla, miró a Mott y dijo, “Joven, ¿buscas grandes cosas para ti? No los busques. Busca primero el reino de Dios.” Esas palabras le impactaron fuertemente, y se quedó conversando con Studd después de la conferencia.[1]
Cinco meses después, el evangelista D. L. Moody celebró un retiro espiritual para líderes de la YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes) y estudiantes universitarios cristianos, en el campus de la Escuela para Niños Monte Hermón, que él mismo había fundado en el oeste del estado de Massachusetts. El objetivo del evento eran formar y capacitar líderes de la generación entrante por medio de conferencias y predicaciones por diferentes pastores, maestros y misioneros durante el período 7 de julio a 2 de agosto.
Llegaron 251 estudiantes, provenientes de ochenta y nueve universidades de todo Estados Unidos. Robert Wilder, un hijo de misioneros, criado en la India, estudiante de la Universidad de Princeton, aprovechó la ocasión para hablar con diferentes jóvenes sobre las misiones mundiales. El fervor para las misiones aumentó rápidamente y antes de finalizar el evento un total de cien estudiantes firmaron una declaración que decía, “Los firmantes declaramos que estamos dispuestos y deseamos, si Dios lo permite, ser misioneros foráneos”. Entre los firmantes estaba John Mott.
En seguida se organizó una gira en la cual Wilder, Mott y varios otros pasarían el siguiente año visitando universidades. Bajo la consigna, “¡La evangelización del mundo en esta generación!” enrolaron a más de dos mil jóvenes en la causa de las misiones mundiales.
En julio de 1888 formalmente crearon el “Movimiento Voluntario Estudiantil para las Misiones Foráneas” (MVE). John Mott presidió el movimiento, que estaba ligado estrechamente con la YMCA.
Los siguientes años fueron de singular crecimiento. Según un informe del movimiento, en el año 1914 el MVE tenía a más de 40,400 jóvenes en 700 universidades estudiando sus materiales sobre las misiones mundiales. Para el año 1945 más de 20,000 estudiantes universitarios cambiaron su carrera profesional por la vida entregada a las misiones foráneas, bajo el auspicio del MVE. En un momento de cúlmine de la historia de la MVE, uno de cada treinta y siete estudiantes universitarios en los Estados Unidos participaba en el movimiento.
Mott decía:
Las Escrituras enseñan con claridad que si los hombres han de ser salvos, deben ser salvados por medio de Cristo. Solamente Él los puede librar del poder del pecado y su castigo. Su muerte ha hecho posible la salvación. La Palabra de Dios establece las condiciones para la salvación. Dios ha determinado que estas condiciones se han de proclamar por agentes humanos. La capacidad universal de los hombres de ser beneficiados por el evangelio, y la capacidad de Cristo para satisfacer a los hombres de toda raza y toda condición, enfatizan de deber de los cristianos de predicar de Cristo a toda criatura. La pregunta ardiente para todo cristiano entonces es, ¿Han de fallecer centenares de millones de hombre ahora vivos, que necesitan a Cristo y son capaces de recibir su ayuda, sin oportunidad alguna para conocerle?[2]
Mott presidió la MVE durante treinta y dos años. Cada cuatro años realizaba conferencias nacionales, con miles de estudiantes de los Estados Unidos, Canadá y otras naciones presentes, para promover la causa de las misiones. Mott animaba a los estudiantes a mantener la disciplina de la “vigilia de la mañana”, pasar los primeros treinta a sesenta minutos de cada día en oración y lectura bíblica. También les exhortaba a no tolerar la presencia del pecado en sus vidas.
En junio de 1910, en Edimburgo, Escocia se celebró una gran Conferencia Misionera Mundial, la cual reunió a más de 1,200 delegados, mayormente de Europa y Norte América, para considerar estrategias para la plena evangelización del mundo. John Mott presidió la conferencia que trató con temas específicos como: “Cómo llevar el evangelio al mundo no-cristiano”, “La iglesia en la obra misionera”, “la preparación de misioneros”, y “la colaboración y la promoción de la unidad”.
Mott dedicó su vida entera a la promoción de la idea de evangelizar al mundo entero durante su generación. Escribió un total de dieciocho libros. Cruzó el Océano Atlántico mas de cien veces, y al Pacífico catorce veces. Durante cincuenta años, pasó un promedio de treinta y cuatro días de cada año, en alta mar.[3]
Su influencia mundial fue de tal magnitud que en el año 1946 recibió el Premio Nobel de la Paz “por su trabajo en establecer y consolidar puentes entre las organizaciones estudiantiles cristianas internacionales para promover la paz.”[4]
Lamentablemente con el pasar de los años, la YMCA, que patrocinaba el MVE, perdió su fervor evangelizador, y la teología liberal llegó a ejercer una influencia enorme. Después del tiempo de Mott, el Movimiento Voluntario Estudiantil también comenzó a menguar. En el último año del liderazgo de Mott (1920) la conferencia anual de la MVE, contó con la participación de 6,890 estudiantes. En comparación, la conferencia de 1940 (antes que Estados Unidos entrara a combatir en la Segunda Guerra Mundial) solamente atrajo a 465 delegados. La década de los años treinta había introducido más teología liberal, menos énfasis en la oración y la santidad, y el abandono del lema “la evangelización del mundo en esta generación”. Los estudiantes universitarios llegaban a las confernecias con ánimo de argumentar que Cristo era ún camino a Dios y no el único camino a Dios. Tristemente el visionario Mott pasó sus últimos años viendo como decaía la organización por la cual había dedicado su vida entera.
Sin embargo, Dios levantó a otros ministerios como La Cruzada Estudiantil para Cristo, Los Navegantes, Juventud con Una Misión y tantos más que hoy continúan el trabajo de formar a jóvenes para una vida dedicada al cumplimiento de la Gran Comisión. Que todos participemos en estos esfuerzos para llevar el evangelio a toda tribu, lengua, pueblo y nación del mundo.
Bibliografia
Addison, Steve, “The decline begins” En Internet. https://www.movements.net/blog/2009/12/14/the-decline-begins.html.
Hickam, Claude. History of Mission: C.T. Studd. En Ihttps://www.thetravelingteam.org/articles/ct-studd
John R Mott – Biographical. En Internet: https://www.nobelprize.org/prizes/peace/1946/mott/biographical/
John Raleigh Mott, New World Encyclopedia, https://www.newworldencyclopedia.org/entry/John_Raleigh Mott
Mott, John R. The evangelization of the world in this generation. 1900. Reimpresión por Alpha Edition, 2020.
Shadrach, Steve, The Story of the Student Volunteer Movement. En Internet: https://campusministry.org/article/the-story-of-the-student-volunteer-movement. 28 noviembre, 2018.
Snyder, Charles. D.L. Moody and the genesis of the Student Volunteer Movement. 29 de mayo, 2020. En Internet: https://moodycenter.org/articles/d-l-moody-and-the-genesis-of-the-student-volunteer-movement/ Accesado 20 de abril, 2022.
Citaciones
[2] John H Mott, The evangelization of the world in this generation. pgs 18,19. [3] John R Mott – Biographical. En Internet: https://www.nobelprize.org/prizes/peace/1946/mott/biographical/