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Figuras retoricas en los Salmos

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Por Gabriela Giovine de Frettes 

La Biblia es un libro extraordinario se la mire por dónde se la mire. No es necesario pasar por las aulas de un instituto bíblico para darnos cuenta de su magnífico poder transformador y su más que vigente mensaje para los seres humanos. Basta con abrirle nuestro corazón a Dios para que lo que creíamos letra muerta, mitos y arcaicas normativas se torne en vida ante nuestros ojos. Nunca se me olvidará la expresión en el rostro de Gisela, una jovencita que se congregaba con nosotros. Había aceptado al Señor una semana antes y ese domingo llegó al culto antes que yo. Estaba parada en la puerta del templo esperando que lleguemos a abrir y parecía muy asustada. Apenas me dejó descender del auto para decirme que necesitaba hablar. Sentada frente a mí en la última banca del templo me miró fijamente a los ojos y sin preámbulos preguntó: “Pastora, ¿yo estoy loca o Dios habla?”. Ese “viejo” libro le había dado la respuesta para sus problemas actuales.

La Biblia es todo eso que nos han dicho y más. Podríamos llenar Tierra de libros que nos hablen de “el libro”, pero ahora nos ocuparemos de uno de sus mas hermosos aspectos, su calidad literaria. Y es que además de sobrenatural, transformador, vigente… la Biblia es un libro bellísimo. En particular, nos centraremos en las figuras retóricas existentes en el Libro de los Salmos. Empecemos por el principio.

Las palabras son un vehículo, un medio de transporte que nos permite llevar nuestras ideas a la mente de quienes nos escuchan o leen. Articular un sonido no es suficiente. Hay que establecer una relación unívoca entre el significante (el sonido articulado) y el significado (la idea que buscamos transmitir). ¡Y así surge el lenguaje! El punto es que los seres humanos no cesamos en nuestros procesos creativos cada nueva realidad necesita nuevas palabras que las designen. Es esa misma creatividad es la que nos lleva a establecer relaciones informales entre significantes existentes y realidades que no le corresponden. Este uso “ilegal” es lo que llamamos lenguaje figurado y su característica distintiva es la ausencia de sentido literal.

¡Es extraño! ¿Verdad? Si existe una forma de uso estándar que todos comprenderían ¿Por qué vulnerarlo? Las razones podrían ser muchas, pero en esta oportunidad, al ocuparnos de los Salmos, nos centraremos en la principal razón por la que un poeta echa mano de este recurso: darle belleza al texto que estaban producía. Debido a que la poesía es la exteriorización de los más profundos sentimientos, es lógico que el salmista busque expresarlos de la mejor manera posible. Después de todo es lo que expresa el autor del Salmo 103 en el versículo 1: “Bendice alma mía Jehová y bendiga todo mi ser su Santo Nombre…”

Podríamos ahora disponernos a hacer una larga lista de figuras, definiciones y ejemplos, pero eso es sencillo de encontrar en los libros de Hermenéutica Bíblica. Prefiero entrar en la relación del poeta con su entorno. Parecerá que tal vez esto no sea tan importante, pero estudiar las figuras es sólo conocer una estructura, un contenedor. Podríamos de este modo distinguir un símil de una metáfora. Sin embargo, interpretar lo que leemos, darle sentido a las palabras, “humanizar” los dichos que vemos en el texto escrito hace miles de años, eso requiere de empatía. A cambio de este esfuerzo anímico, las Escrituras nos devolverán el tesoro de un mundo mucho mas cercano a nosotros de lo que creíamos. Seres humanos con los mismos problemas, anhelos e inquietudes que nosotros, pero sobre todo con nuestra misma necesidad de Dios.

Si tuviéramos que decir el nombre de un salmista en… uno, dos, tres… ¡Sí! Lo mismo que diríamos todos. ¡David, el dulce cantor de Israel! Pues vamos con su historia.

David aparece por primera vez en el capítulo 16 del primer libro de Samuel. Sabremos en este capítulo de dónde viene y a dónde lo quiere llevar el Señor: de pastor a rey. El camino entre esos dos mundos no sería sencillo como lo fue para su antecesor Saúl. Pasaría el tiempo y el proceso sería duro. Podríamos dividir la vida de este gran hombre de Dios en tres etapas: pastor, guerrero y rey. Si mantenemos estos tres momentos en mente podremos ver como el autor canaliza sus vivencias en la literatura que produce.

David el pastor

Si se piensa en el Salmo 23, debería decirse lo obvio. Imagino a este muchachito sentado debajo de algún arbusto y observar lo cómodas que estaban las ovejas con su pastoreo. David se sentía mucho más seguro siendo cuidado por Dios. Así comienza una de las alegorías más conocidas del mundo: “Jehová es mi pastor, nada me faltará…” (Sal. 23:1)

No es David el único salmista que reproduce escenas como estas. El autor del Salmo 100 también compara al pueblo de Dios con las ovejas y Asaf en el salmo 78:52 describe la salida de Egipto como la de un rebaño a cargo de Dios.

Es de suponer que en esos largos ratos de contemplación en los que el salmista cuidaba de sus ovejas también observara la naturaleza a su alrededor. Surgen así infinidad de alusiones a la flora, la fauna, el agua y otros elementos propios del ecosistema del lugar. Menciones a árboles, frutos, ríos aparecen ya desde el Salmo 1. Este tipo de referencias son en sí mismas un arma de doble filo puesto que los elementos mencionados no suelen ser exactamente los mismos que conocemos nosotros.

Pasar por alto la presuposición y dar espacio al estudio será lo necesario para lograr entender lo que el salmista quiso decir. Un ejemplo claro de esto lo tenemos en el Salmo 1:3 “… será como árbol plantado junto a corrientes de agua…” ¿A qué se refiere el autor al decir corrientes de aguas? Tal vez pensemos en un arroyo o un riacho, pero no es correcto. Esta expresión se refiere en realidad a un surco de riego, una vertiente artificial creada de es profeso para luego plantar allí lo que fuese necesario. ¡No es una diferencia insignificante! Así como el que planta se anticipa a las necesidades del árbol que va a plantar, Dios cubre las nuestras antes de que se manifiesten.

Aunque este artículo está enfocado en los salmos, quiero hablar de un detalle muy interesante en el libro de Cantar de los Cantares. Existen muchas teorías sobre lo que el libro de Cantares representa y si bien es cierto que desde una perspectiva tipológica representa a Cristo y la Iglesia, también es ineludible reconocer que fue redactado para representar el amor romántico y erótico dentro del matrimonio. Aun en acuerdo con esto las posturas siguen diversificándose. Hay quien piensa que la historia es ficticia, otros que los personajes son tres y algunos, como yo, que aquí sólo están Salomón y una afortunada campesina. Yendo un poquito más profundo en esta postura lo que ocurre en el capítulo 3 versículos 1 al 5 puede ser entendido como un sueño surgido de la inseguridad que sufre la sunamita. ¿A qué se debe esta inseguridad? Aunque parezca increíble se debe a las figuras retóricas. Esta jovencita criada en el campo no conoce el mundo de lujos en el que se crió su amado. Salomón en cambio es un niño de la corte. Está tan enamorado de ella que la compara con las cosas más sublimes que ha visto. Pero ella no tiene ni idea de como se ve un carro de Faraón tirado por yeguas pura sangre. El sinsentido mutó en inseguridad y la inseguridad la canalizó en el sueño. Luego del episodio el amado cambia los elementos de comparación por cosas que ella sí conoce. Palomas, cabras, ovejas, lirios del campo son elementos conocidos por ella. ¡Qué hermoso, verdad! Amor personalizado.

Y aunque esto parezca una digresión, tiene todo que ver con lo que estamos hablando, ya que en un mundo absolutamente disímil al del escritor bíblico muchas de las cosas que leemos se nos quedan en el saco de lo sinsentido y, lo que es peor, en el de las malas interpretaciones. Estudiar el entorno histórico de los salmistas nos dará la explicación real de lo que quiso decir pues mirar los textos bíblicos a través de lentes con cristales siglo XXI nos hace caer en un error conocido comoanacronismo hermenéutico.

David el guerrero

Esta etapa que va desde la muerte de Goliat hasta la muerte de Saúl fue un tiempo de mucha dificultad para David. Comenzó siendo parte del ejercito del rey y terminó forzado a defenderse de él. Curiosamente el punto de inflexión fue un poema: “Saúl mató a mil y David a sus diez mil.” (1 Sa.18:7)

Es difícil imaginar cómo en días tan tumultuosos David tuvo espacio y tiempo para producir literatura. Escondido en la cueva de Adulam o disfrazado entre los filisteos no parece ser posible sentarse a escribir. Tal vez no lo hizo, pero sin lugar a dudas muchos de sus poemas se nutrieron de sus experiencias militares. “Jehová es mi fortaleza” (Sal.28:7), “El Angel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende” (Sal.34:7), “Aunque un ejército acampe contra mi no temerá mi corazón” (Sal.27:3).

Como un fugitivo y un líder, el futuro rey aprenderá que el protagonista de sus batallas y el determinante de sus victorias es Jehová de los Ejércitos. El Señor es su defensa y sus armas de de ataque. Dios es el que pelea, no son las fuerzas ni las estrategias de David.

David el Rey de Israel

Esta es la etapa más productiva del poeta. Es esperable que así fuese. Ahora tiene tiempo y recursos. En este nuevo período David incorpora un nuevo recurso a sus poemas: las experiencias personales. Surgen aquí salmos como el 3, donde relata la huída de Absalón o el famoso Salmo 51 donde manifiesta su sufrimiento espiritual por el pecado con Betsabé. En esta ocasión veremos salmos como 24 o el 110 en los que Dios será tratado como el Rey y Señor aún de David que es el rey de Israel. Mil años después Jesús se reconoce en las palabras de su ancestro.

Permitir que Dios se entreteja no solo en los eventos trascendentes de la vida sino también en nuestra cotidianidad vuelve sublime las cosas más sencillas. No es esperar un rayo de luz celestial. Es entregarse a la contemplación de lo creado. Es entender nuestras acciones y sentimientos en función de Su Persona. Así como Moisés fue movido por el resplandor de una zarza, los salmistas pudieron ver a Dios en todas y cada una de las realidades de su entorno y esa vida devocional tan profunda y tan rica nos la transmitieron a nosotros a través de la poesía.

Nos toca hoy viajar hasta esos días para darle sentido a sus palabras y reproducir sus vivencias, conscientes de que el mismo Dios que inundó su mundo, inundará también el nuestro.

Gabriela Giovine de Frettes

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