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martes, septiembre 17, 2024
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Cómo incentivar las misiones en la iglesia local

Por Francisco Couoh

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Carlos Van Engen dice que “el desarrollo de misión de la congregación o, mejor dicho, de congregaciones misioneras- ya no es una opción… Y a medida que las congregaciones sean creadas por esta labor misionera… crecerá… para llegar a ser lo que es su verdadera naturaleza: el pueblo misionero de Dios.[1]

Para la creación de esta labor misionera en el seno de la iglesia, se precisa incentivar a ésta. Incentivar es, estimular, motivar, incitar, impulsar. Cuando estos sinónimos se aplican a las misiones en la iglesia local, los resultados no se hacen esperar. Alentar a las personas para la movilización a favor de las misiones, precisa varios elementos.

En primer lugar, es una tarea que demanda intencionalidad; para ello, el liderazgo principal de la iglesia local debe estar voluntariamente convencido, enseñando, predicando al respecto, puesto que hay una relación íntima entre la buena teología y las misiones. Al respecto, José Saucedo Valenciano comenta que “para vivir en consonancia con nuestra doctrina tenemos que dar importancia prioritaria a la obra misionera”[2] “Cuando las iglesias ya no sostienen la teología bíblica, ellas van a perder el interés en misiones en términos de evangelizar”. Si la iglesia acepta en su ADN espiritual que las misiones son establecidas por Dios, poco a poco las personas se sentirán parte de ella.

En segundo lugar, el involucramiento de las asambleas cristianas locales a las misiones, obliga a crear conciencia misionera. Existen varias formas para crear esta reflexión:

Una manera para llevar a la iglesia al apoyo de las misiones, es tocando el tema de las finanzas.

Se ha dicho que hay tres clases de dadores: el pedernal, la esponja y el panal de miel. Para conseguir algo del pedernal hay que darle duro con el martillo, y sólo se obtienen chispas y polvo. Para obtener agua de una esponja, sólo hay que exprimirla. Mas el panal de miel se desborda con su propia dulzura. Muchos dadores son como el granito, duros…[3]

Según Abuid Montoya Carbajal, director Nacional de Misiones en México, el 70 % de las iglesias en el país no están aportando para la ofrenda misionera. Ralph Winter comenta que el 90% de los cristianos en los Estados Unidos dan solamente dos dólares para misiones cada mes. David Barret hablando de la distribución de las ofrendas misioneras a nivel mundial comenta que se emplea entre los grupos étnicos no alcanzados el 1%, entre no cristianos en las regiones ya evangelizadas el 12%, entre los que ya son cristianos el 87%. La forma en cómo se gasta el dinero muestra la prioridad en las iglesias locales.

Tocando el tema a dónde van los obreros, es otra forma de persuadir a la comunidad cristiana a invertir en las misiones. Bob Sjorgren comenta que, entre los obreros cristianos de tiempo completo, por cada uno que va a pueblos no alcanzados, 171 obreros cristianos van a la cultura donde ya existe una iglesia establecida. Esto es casi el 100%.

Tocando el tema del crecimiento demográfico, puede incentivar a la feligresía a impulsar la obra misionera. “La población mundial alcanzó los 8,000 millones de habitantes en 2022, con un crecimiento aproximado de 80 millones de habitantes cada año.[4] El comentario de Montoya es pertinente: “Al momento hay por lo menos 739 grupos de los no alcanzados, que ni siquiera hay un plan de poder llegar a ellos; es decir, ni siquiera está en el radar de ninguna agencia misionera, y en números globales eso representa más de un billón de personas”.  Esto dice Oswald Smith, en consonancia: “626 tribus en Nueva Guinea, 521 en las islas del Pacífico, 350 en África, 300 en Sudamérica, 200 en Australia, 100 en la India, 60 en Indochina, 60 en las Filipinas. Por consiguiente, unas 2.000 tribus aún esperan en oscuridad y tinieblas la aurora del evangelio de Cristo.[5]

Después de crear conciencia misionera, es preciso plantear una estrategia. Para ello, es necesario elaborar un proyecto o un plan de trabajo que convierta a la congregación en una iglesia misionera; no una feligresía con un programa de misiones. Por iglesia misionera se quiere decir, que la congregación debe darles a las misiones el mismo interés que le da a otras áreas de administración, porque “normalmente las misiones, cuyo involucramiento demandaría más compromiso, no es un tema muy popular”[6]. Este proyecto precisa la elección de una directiva que se encargue de vitalizar el tema de las misiones para transmitírselo objetivamente a la iglesia.

En Mateo capítulos 9 y 10, se plantea la estrategia de Jesús para la obra misionera. Primero, el diagnóstico (Mateo 9:37); luego, orar (Mat 9:38); a continuación, ir (Mateo 10:1-20); por último, dar (Mateo 10:40-42). Es en ese sentido que se dice que las misiones se hacen con las rodillas de los que oran, los pies de los que van, y las manos de los que dan.

El plan de trabajo de una iglesia, puede incluir los datos precisos de los misioneros que van a ser apoyados, porque eso motiva a la gente. “El misionero es especialmente susceptible a sentirse fuera de lugar…una condición conocida como “choque cultural”,[7] y demanda apoyo espiritual de parte de quienes adoptan a un enviado.

“Ramsey Mac Mullen, … escribió un tratado titulado “La Cristianización del Imperio Romano”. Aquí argumenta que el factor principal para la conversión del Imperio Romano fue un evangelio demostrado con manifestaciones de poder, como el de echar fuera demonios y sanar a los enfermos”[8]. La intercesión es imprescindible para este mover de Dios; por consiguiente, se precisa “bañar” a la iglesia con oración a favor de los misioneros y las misiones, practicándolo de manera colectiva e individual: en los cultos, en las células familiares, en el altar familiar, inclusive crear el ministerio de oración para este fin.

El apoyo financiero para los misioneros debe ser parte del procedimiento. La idea no es apoyar exclusivamente a las misiones, sino equilibrar el apoyo. Para ello, es recomendable practicar diversas formas de hacer fondos: la alcancía misionera (un ahorro que se puede manejar desde las casas, y depositarlo fin de mes a la iglesia), la ofrenda para las misiones (que se puede recolectar en los cultos misioneros), promesas de fe, (algunos lo hacen repartiendo sobres, que luego se depositan en el día señalado por la directiva de misiones); patrocinio mensual (hace referencia a creyentes que de manera fija aportan cierta cantidad para este fin); “invitar una Coca Cola al misionero” (esto equivale a sacar aparte el costo del producto, para luego enviárselo al misionero correspondiente).

Otras formas de incentivar las misiones en la iglesia local: Regalar un libro misionero a un feligrés, realizar congresos misioneros en la comunidad cristiana, celebrar el día de las misiones, involucrar a los feligreses en un viaje misionero a corto plazo, porque “ojos que no ven, corazón que no siente”, y “de la vista nace el amor”. Además, contar testimonios de las respuestas a la oración, orar solo por una familia misionera, no por todo el mundo; el libro “Diario de Vivir/Muerto”[9] editado por Dick Brogden, es una gran opción.

Estas formas diversas de apoyar financieramente las misiones pueden ser fortalecidas explicando los beneficios del por qué invertir en ellas. Oswald J. Smith, ofrece una lista de razones: “1) Las iglesias misioneras progresan. 2) Es una forma de mostrar a Jesús cuánto se le ama. 3) Es un secreto divino para la prosperidad. 4) el dinero es un medio para que el evangelio sea extendido. 5) Invertir en vida es una forma de ser recompensado en la eternidad”.[10]

Se precisan líderes visionarios que vean la realidad mundial actual, que preparen, envíen y sostengan obreros para las naciones. Líderes comprometidos; “sin compromiso, misiones es solamente una teoría […]”.[11] El mayor obstáculo, no son tanto los pocos obreros, sino las pocas iglesias enviadoras.[12]Al respecto David Alencar dijo que “El Espíritu Santo de Dios nunca dejó de enviar obreros; pero la iglesia sí ha dejado de reconocer, orientar y sostener a los enviados”.[13]

 Montoya dice que “hay que hacer consciencia de la necesidad global que existe. Hay que alzar los ojos al resto del mundo. Finalmente, como dice el escritor José Saucedo: “vayamos o enviemos, pero hagamos misiones”. “A menos que toda la iglesia sea movilizada, no es probable que la totalidad del mundo sea alcanzado.[14]

 

 

[1] Carlos Van Engen, El pueblo misionero de Dios (Gran Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2004),27,32.

[2] José M. Saucedo V., Vayamos o enviemos, pero hagamos misiones (Centro Palaú, Coahuila: Editorial El Principio de la sabiduría, 2016), 97.

[3] Andrés, Robert. Conciencia misionera I (Barcelona, España: Editorail Clie, 1998. Versión digital para LOGOS, 1998);105

[5] Oswald, J. Smith, Pasión por las almas (Barcelona: Editorial CLIE, 2003) 81.

[6] Ryun Chan, Manual de misionología: El amor del Padre por las Naciones (México: Editorial Cristiana Continental de las Asambleas de Dios, 2005), 30.

[7] Dr. John York, Las misiones en la era del Espíritu (Springfield, Missouri: Gospel Publishing House, 2000), 219.

[8] Hector Torres, Comunidades transformadas con oración (Nashville, TN: Editorial Caribe, 1999), 38.

[9] Dick, Brogden. Diario de Vivir/Muerto (Springfield, Editorial Abide Publishers LLC, 2012)

[10] Smith, Pasión por las almas, 110-114.

[11] Robert. Conciencia misionera I, 115

[12] Andrés Robert. Conciencia misionera II (Barcelona, España: Editorial Clie, 2005. Versión digital para logos, 2005), 49

[14] Robert. Conciencia misionera I, 97

 

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