Hoy en dia venir a la iglesia a escuchar a un predicador que predique la palabra de Dios con profundidad, con autoridad por 45 minutos o una hora, no suena muy atractivo. Es por ello que constantemente surgen ideas sobre cómo atraer a las personas a las iglesias y mantenerlas allí, ideas que muchas veces no son evaluadas según el criterio de Dios, sino que son evaluadas por la cifra de asistencia; eso provoca que la iglesia dia con dia se vuelva aún más pragmática, ya que si los métodos que usamos producen buen resultado no hay duda que son buenos métodos, independientemente de lo que la biblia enseñe al respecto. Por eso en medida que el pragmatismo entra a las iglesias, eso provoca que la predicación de la palabra de Dios sea relegada e inclusive omitida por muchas iglesias. “Porque no mejor sustituir la predicación con mayor tiempo de alabanza, con obras de teatro, con videos, o películas, conferencias motivacionales quizás” eso atraerá a mucha más gente. Esa es la presión a la que nos enfrentamos los verdaderos pastores y líderes de las iglesias, porque en muchos lugares vemos como iglesias de poco tiempo de fundación de la noche a la mañana son iglesias con un crecimiento sorprendente, pero si vemos al interior de ellos, lo que ha producido su crecimiento no es precisamente tener una buena enseñanza de la palabra. HE AHÍ EL DILEMA: SEGUIREMOS SIENDO BÍBLICOS O NOS DEJAREMOS AMOLDAR AL SISTEMA DE NUESTRA SOCIEDAD. MANTENDREMOS LA PREDICACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN EL CENTRO DE NUESTROS CULTOS DE ADORACIÓN O NOS DEJAREMOS LLEVAR POR LOS VIENTOS DE LA MODA.
La urgencia de que la predicación regrese al centro de la iglesia, al centro de nuestros ministerios, es alta. Es pues la predicación sumamente indispensable para poder tener la bendición de Dios sobre la iglesia. Y cuando hablo de PREDICACION me refiero a ese tipo de predicación en la que el predicador EXPONE, no IMPONE. En la que el predicador EXPONE LO QUE EL TEXTO REALMENTE DICE, NO LO QUE EL CREE QUE DICE, NO LO QUE LA IGLESIA QUISIERA QUE DIJERA, SINO LO QUE EL ESPIRITU SANTO QUIERE COMUNICARNOS A TRAVES DE ESE PASAJE O LIBRO DE LA ESCRITURAS. El pastor bautista Estadounidense Mark Dever, lo define como ese tipo de predicación en la que el punto principal del texto bíblico, viene a ser el punto principal del mensaje que se predica.
La pregunta que debemos hacernos ahora y que vamos a responder a través de la palabra es esta: ¿Por qué insistir en seguir predicando la palabra y esforzarnos por hacerlo cada vez mejor, si mucha gente no parece estar interesada en escuchar, aun dentro de las iglesias? Hay tres razones por lo menos, que responden esa incógnita:
Dios actúa por medio de su Palabra Hablada. Salmo 33:6, Hebreos 11:3
La palabra de Dios es la fuerza más poderosa del universo. Nosotros podemos ver a través de todo aquello que no ha sido creado por manos humanas (como lo son los mares, los bosques, los ríos, las montañas, el cielo etc.) una demostración de lo que Dios es capaz de hacer por medio de su palabra. Dios dijo: “Sea la luz, y fue la luz”.
Ezequiel 37:1-10 Dios le da una visión terrible al profeta Ezequiel donde le muestra cual es la condición espiritual en la que se encuentra la nación. Y aunque parecía una locura predicarle a un montón de huesos, cadáveres, el obedece al mandato de Dios, es allí donde podemos ver la palabra de Dios puesta en acción sobre esos huesos. Este pasaje es sin duda uno de los pasajes más dramáticos donde Dios nos muestra la condición espiritual en la que nos encontramos, y como el poder de su palabra trae vida. Si nosotros fuésemos adoradores de un dios mudo no tendríamos nada que decir, o diríamos lo que quisiéramos, pero hablamos porque tenemos un Dios que hoy nos sigue hablando y es necesario que su voz sea escuchada.
Si nosotros queremos ver a Dios actuar como en el valle de los huesos secos, salvando a los perdidos, edificando a los creyentes; es necesario que el predicador exponga fielmente la palabra de Dios. ¡Su palabra es viva y eficaz!
Por lo que es una locura tratar de sustituir la predicación de la palabra de Dios por otras cosas; es por medio de su palabra que Dios actúa en nuestras vidas.
Dios sigue actuando hoy a través de su Palabra Escrita. Romanos 15:4, 1 Corintios 10:11
¿Cuántos han escuchado “la biblia fue escrita por hombres”? Usando este argumento en contra de la palabra de Dios. Pero saben, ese es un argumento en realidad a favor de nosotros, porque nuestra declaración de fe no se basa en la suposición de un libro que cayó del cielo, sino que tenemos en nuestras manos una revelación de Dios, escrita por hombres, bajo la inspiración del Espiritu Santo. Ahora, Dios ha hablado mucho a la humanidad, pero no todo está registrado en la biblia, sino solamente aquello, que él quería preservar para las generaciones futuras. Por lo que cuando Dios hablo el tenia a dos auditorios en mente, a la generación que estaba allí en ese momento, pero también tenía en mente a las generaciones futuras que vendrían después.
La inspiración de Dios a las escrituras hace posible, que las palabras vivas de Dios sigan hablando hoy a través de todas las épocas más allá del marco histórico en que fueron pronunciadas originalmente. Por lo que la biblia no solo es un registro de lo que Dios habló, sino de lo que Dios sigue hablando.
Dios ordena predicar su Palabra para hacer oír su voz.
La historia del inicio de la predicación es tan antigua como la creación del hombre. En la carta de Judas, dice que Enoc, quien es séptimo desde Adán, profetizo (predico) contra los impíos de su generación. Noé es llamado en una de las cartas de Pedro como “pregonero de justicia”. Pero es Moisés quien tiene el privilegio de ser el primer predicador cuyo ministerio se describe a detalle en las escrituras. Cuando Dios llamo a Moisés en el monte Horeb, le encomendó la tarea de libertar a su pueblo de la esclavitud de Egipto; y debía hacerlo haciendo oír la voz de Dios a Faraón.
Marcos 1:4-5, 7 La tarea primordial de Juan el bautista no era bautizar sino predicar la palabra de Dios. El bautismo era el símbolo visible de que su predicación había sido recibida. Juan debía proclamar como un heraldo la venida del Mesías.
Nuestro Señor Jesús hizo muchas cosas, sano enfermos, calmo la tempestad, echo fuera demonios, hizo infinidad de milagros. Pero cuando Marcos quiere resumir el ministerio de nuestro Señor, declara algo maravilloso en Marcos 1:14. Jesús no vino con la prioridad de ser un sanador, un hacedor de milagros, sino el de ser un predicador de la palabra de su padre.
Marcos 1:32-39. Jesús no permitió que las necesidades de la gente le impidieran cumplir con el ministerio que el Padre le había encomendado. Y la prioridad era predicar la palabra de Dios.
Marcos 3:14. La misma prioridad fue para los apóstoles.
Hechos 6:1-4. Bajo la guía del Espiritu Santo buscaron una solución, sin descuidar lo más importante.
2 Timoteo 4:1-5. Pablo le está diciendo a Timoteo, que mucha gente no querrá escucharlo, pero él debía persistir en ello. Y aunque muchos se vuelvan a las fabulas, a la predicación que es superficial, que solamente endulza el oído; él (Timoteo) debía predicar la palabra fielmente a la iglesia. Pablo está reconociendo aquí, que la predicación es vital para la vida de la iglesia.
Oremos a Dios hermanos, para que en cada iglesia de las Asambleas de Dios, la predicación vuelva a ocupar el lugar central que se merece. Y no solamente en las Asambleas de Dios, sino en cada denominación, en todo nuestro país, y en todo el mundo donde hay una iglesia. Que a través de los siglos la palabra de Dios siga siendo proclamada y expuesta con precisión, claridad y fidelidad. Amen.