EL CONCILIO DE DISTRITO LATINOAMERICANO
Para hablar del Concilio de Distrito Latinoamericano es indispensable conocer tres biografías, a saber: Henry Clio Ball, Alice Eveline Luce y Francisco Olazábal.
HENRY CLIO BALL
(1) Nace el día 3 de febrero del año 1896 en Brooklyn, Iowa. Su padre pertenecía a la Iglesia de los Cuáqueros, en tanto que su madre era metodista.
Cuando Henry tenía 12 años de edad queda huérfano de padre, por lo que su progenitora se traslada a Nuevo México, y posteriormente a Ricardo, Texas, en compañía del muchacho Ball.
El joven tenía brújula que le marcaba México, y aunque apenas contaba con 12 años cuando llegó a Ricardo, Texas, quienes lo conocieron dicen que tenía como blanco llegar al estado mexicano de Morelos, la tierra de Emiliano Zapata.
Cuando cursaba sus estudios en la escuela superior fue invitado por su hermano llamado Hatfield a un culto de celebración navideña, en el cual ministró el misionero de apellido Bach. Fue ese día cuando Henry Clio Ball fue llamado por Dios al campo misionero.
En Kingsville Texas empezó la obra misionera entre los mexicanos que vivían en esos contornos. Pero él deseaba ardientemente caminar hasta el suelo mexicano y sembrar la Palabra de Dios.
Su trabajo misionero lo comenzó usando un expositor en español que tenía como fecha de edición el año 1904.
La obra misionera en esa población se inicia con visitas a los domicilios para invitar a la gente a la escuela pública, edificio prestado por la junta de educación para tal fin.
Un día antes de empezar los trabajos había aprendido algunas palabras en el idioma español, y el domingo por la tarde, llegada la hora se hizo de la soga de la campana de la escuela y con todas sus fuerzas la sonó.
Aquel primer encuentro tuvo como resultado la presencia de dos visitantes: el señor Villarreal y la señora Juanita Bazán.
El orden del culto para esa tarde se resumió así:
1- El himno titulado Te Loamos oh Dios
2- Oración. Su oración leída fue la oración del Señor Jesús. Mientras oraba observó a sus visitantes por entre los dedos de su mano, los cuales tenía sobre sus ojos.
3— Volvió a cantar Te Loamos oh Dios.
Debido a que hasta ese momento no había logrado tener la fluidez requerida para poder expresarse en español, extendió el Nuevo Testamento al señor Villarreal, quien no leyó, aduciendo que no sabía leer.
Por su parte, la señora Bazán, aunque lento, por no saber hacerlo a mayor velocidad, accedió a realizar la lectura, y lo hizo por un tiempo aproximado de media hora.
El hermano Ball aprendió esa tarde dos palabras muy importantes para una tarea misionera como la que él comenzaba: católico y protestante.
Para cerrar el orden del culto volvió a cantar el mismo himno.
Al siguiente domingo volvió Juanita Bazán trayendo a seis personas más al culto que se realizaba en las instalaciones de la citada escuela. Ahora cantaron otro himno con el título: En el Mundo Feliz.
Para continuar el trabajo ahora el hermano Ball contaba con la colaboración de un mexicano que leía claramente el español, y a quien el hermano Henry ponía a leer sermones de Juan Wesley, dividiéndose en dos partes.
A los seis meses de trabajo, H.C. Ball había aprendido más español y la congregación había aumentado de 30 a 50 creyentes de habla hispana.
Por ese tiempo también venía de Alice, Texas, el predicador Pablo Verduzco, en plan de ayuda para el principiante Ball, quien se esforzaba por establecer una iglesia metodista de habla española, que al fin, con 11 personas convertidas, además de las que asistían de forma espontánea al grupo, entre ellas Juanita Bazán, quien al principio confesaba ser católica, pero que ahora había recibido a Cristo como su Salvador.
EL CONTACTO DE BALL CON LAS ASAMBLEAS DE DIOS
Cuando Herny terminaba sus estudios en la escuela superior escuchó decir por ahí que habían llegado a Kingsville de las Asambleas de Dios, y que los hermanos hacían sus cultos en una carpa de la cual estaba al frente la familia Smally, amigos de él, pentecostales, quienes también de alguna forma le ayudaban en la escuela dominical.
Los Smally le empezaron a hablar de la necesidad del bautismo con el Espíritu Santo para poder ejercer el ministerio
Fue en la carpa de las Asambleas de Dios en Kingsville que el hermano Ball escuchó el primer sermón pentecostés, el cual despertó su interés, y tres semanas después de haber escuchado el primer sermón pentecostés fue lleno del Espíritu Santo, justamente un sábado por la tarde.
Cuando sus superiores metodistas se dieron cuenta de que Ball tenía nuevas relaciones y experiencias le aconsejaron primero que estudiara los antecedentes de las Asambleas de Dios, y en segundo lugar que sólo predicara las doctrinas y la disciplina metodista.
Pues bien, ese mismo día, después de unas horas de plática, el superior le dio una carta de retiro de la Iglesia Metodista.
Posteriormente, el día 10 de enero de 1915, los reverendos Arch F Collins, E.N. Riley Haley ordenaron a Henry Clio Ball como ministro de las Asambleas de Dios, tras haber ingresado al Concilio poco antes.
Transcurrieron varios meses, y por fin el día 4 de julio del año 1915 Henry bautiza, en el Rancho Bert- helson, a los primeros creyentes de habla hispana.
Para el año 1917 dirige una junta de latinos en Kingsville y para 1918 se convocó en San Antonio, Texas a una reunión, y es en esa ciudad que es nombrado coordinador de la Conferencia. Para 1917 sólo seis predicadores se reunieron, y un año después, en 1918 asistieron diez.
En esta última reunión es nombrado coordinador, y a través de todo el proceso de organización e integración de dicha Conferencia, primeramente como una Conferencia de Latinos dependientes
del Distrito Anglo de Texas, y posteriormente como un Distrito Latino reconocido por el Concilio General, el hermano Ball conserva su posición de líder de dicho trabajo, hasta el año 1939.
El día 20 de junio del año 1918 contrajo matrimonio con la señorita Sunshine Marshall.
UN INSTITUTO Y LOS PRIMEROS PREDICADORES MEXICANOS
Tras tener un acuerdo con la hermana Alice E. Luce, en el año 1926 funda en San Antonio, Texas el Instituto Bíblico para preparar obreros de habla hispana.
A este mismo instituto asisten ese mismo año cuatro ilustres mexicanos siendo ellos: Rubén Jesús Arévalo, Juan Consejo Orozco, Manuel Bustamante Pérez y Enrique Rosales.
Tiempo después Ball pasa a ser pastor de la primer iglesia de habla española en San Antonio, Texas, grupo que se había fundado en el año 1919, y que hoy es conocido como El Templo Cristiano, ubicado en las calles de El Paso y Calaveras.
Antes de moverse de Kingsville a San Antonio, Henry funda la revista La Luz Apostólica, en el año 1916.
Como himnólogo, músico y compositor basta citar sus famosas colecciones como Himnos de Gloria, Cantos de Triunfo, Arpa y Voz de Salmodia, El Canto Evangélico y la Campaña.