Al principio de la década de los noventa, escuché al entonces director del Instituto Bíblico Magdiel, el Rev. Ray D’ Morelock, decir: Todo creyente que ha experimentado el nuevo nacimiento en Cristo, está capacitado por Dios para reproducirse espiritualmente en otro creyente.
Con lo anterior se refería a la importancia y a la trascendencia de la reproducción espiritual que la iglesia de Cristo debe tener como parte fundamental de su misión aquí en la tierra.
En el presente artículo presento un análisis de la vida del profeta Jonás desde la perspectiva de la reproducción espiritual.
En general los libros proféticos en la Biblia presentan predicaciones, oráculos y declaraciones teológicas.
El libro que nos ocupa en cambio, hace un marcado énfasis en la vida y las acciones del personaje central, Jonás.
En Jonás encontramos todo lo que el hombre o la mujer de Dios no deben de hacer: No debe tratar de huir de la presencia de Dios; no debe tratar de rechazar la comisión de divina; no debe tratar de negarse a proclamar el mensaje divino a un pueblo cautivo y en necesidad a pesar de su maldad o crueldad; no debe tratar de cuestionar la sabiduría del Señor; y mucho menos tratar de rechazar la posibilidad del arrepentimiento del pecador que aunque cruel, necesita del milagro del perdón divino. En este contexto…
La tarea de la reproducción es una encomienda divina, Vino palabra de Jehová a Jonás… (1:1). Es interesante resaltar que el origen de esta tarea está en el mismo corazón de Dios. Es el Señor el artífice de la misión para Jonás. Nuestro profeta en cuestión entiende que no es cualquier persona quien lo llama, es el Eterno quien a través de su acción, dignifica, capacita, empodera y responsabiliza a su escogido. Eres tú, Jonás, el hombre que necesito para este trabajo. Este escenario es análogo al nuestro en la iglesia del Señor. El Dios de Jonás es el Dios nuestro quien en la persona de Cristo nos ha escogido para cumplir su misión. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca… (Juan 15:16).
La tarea de la reproducción es un quehacer ineludible. Levántate y ve a Nínive…y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis… lejos de la presencia de Jehová (Jonás 1:2, 3).
En los cuatro breves capítulos del libro de Jonás, prácticamente todas las personas, los animales y todas las cosas obedecen a Dios. La única excepción es Jonás, su santo profeta. Por voluntad divina, el viento y el mar se agitan para crear una tormenta que sacude la embarcación en la que Jonás trata de huir de Dios y de su misión de reproducción. Luego de conocer la situación, los marineros acceden a echar a Jonás por la borda. Un enorme pez obedece, traga a Jonás y después de 3 días y 3 noches y el clamor de arrepentimiento del profeta, el animal lo arroja a tierra para que el vocero de Dios escuche por segunda ocasión la encomienda divina, la cual es ineludible. Todo esto nos lleva a pensar que la tarea de la reproducción espiritual es obligatoria, necesaria, forzosa e inexcusable. San Pablo expresó: Pues si anuncio el evangelio no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada (1 Corintios 9:16, 17).
<-609" title="17352214 1318655418204088 6149487941867808007 N" /17352214_1318655418204088_6149487941867808007_n.jpg" alt="17352214 1318655418204088 6149487941867808007 N" width="960" height="539" />La tarea de la reproducción es una demostración del amor y misericordia divinos: ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad…? (Jonás 4:11). El vientre del pez y la tumba no pueden detener la manifestación plena de la voluntad de Dios en medio de la historia humana. El plan divino de Redención de acuerdo a las Escrituras tiene dimensiones universales. Los ninivitas representan a los acérrimos enemigos del pueblo de Dios, pero el Señor no hace acepción de personas cuando se trata de la ejecución de su plan de salvación para la humanidad.
Donde quiera que se manifieste una necesidad humana, la misericordia de Jehová está disponible y presta para actuar y manifestarse. A Jonás se le hacía extremadamente difícil comprender la extensión del amor del Señor que se extiende a judíos y a gentiles por igual. Por tal razón, el Dios de misericordia le ilustra a su profeta su profundo amor y gran misericordia por la gran ciudad capital de Asiria, usando de manera objetiva elementos didácticos como una calabacera y un gusano devastador. Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?
Conclusión. La tarea de la reproducción espiritual es nuestra. Hoy más que nunca debemos enfocar nuestros quehaceres como ministros e iglesias en cumplir la Gran Comisión que nos ha sido dada. Dios, al igual que a Jonás, nos ha llamado, nos ha capacitado y nos ha empoderado para tal fin, respondamos con obediencia y pasión a la tarea ineludible que debemos cumplir. Si no es ahora, ¿cuándo?; si no es aquí, ¿dónde?; si no soy yo, ¿quién? Que la Gran Comisión no sea nuestra Gran Omisión.