…edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mateo 16:18).
Las Asambleas de Dios a lo largo de su historia en todo el mundo han desarrollado su sistema de gobierno y doctrina de acuerdo a la Palabra de Dios. Como resultado de sus grandes deliberaciones en las respectivas asambleas conciliares y cuerpos presbiteriales, nuestra forma de gobierno y nuestra doctrina han quedado plasmados en documentos valiosos, como Nuestra declaración de fe, la Constitución, las Minutas Permanentes y el Reglamento local de la Iglesia.
Todos ellos fundados en nuestro apego a la Biblia, que es la norma de fe y conducta. Trataremos en el presente artículo algunos aspectos importantes de nuestra identidad asambleísta tales como:
Nuestra visión
Ser una iglesia autopropagable. Desde su origen las Asambleas de Dios tuvo la visión de tener la fuerza y la vitalidad en todos los aspectos para propagarse a sí misma. Por ellos se ha extendido en muchos países, incluyendo el nuestro. Esta expansión ha sido posible gracias al poder de Dios manifestado en el trabajo misionero y evangelístico que en los años de su existencia ha llevado a cabo en México y en varios países del mundo. Aproximadamente 67 millones de asambleístas en todo el orbe dan testimonio del resultado de esta visión.
Ser una iglesia autogobernable. Prepara hombres y mujeres convertidos al evangelio dentro de sus filas para ser pastores y líderes de las iglesias locales. De la misma manera elige hombres capacitados y llenos del Espíritu Santo para que dirijan la obra nacional en todos los niveles de nuestra organización.
Ser una iglesia autosostenible. Para este fin se enseña a los nuevos convertidos sobre el cumplimiento de su mayordomía financiera para dar a Dios sus diezmos, ofrendas, primicias y todos los recursos necesarios, y así no depender de la ayuda del extranjero para sufragar los gastos de la obra nacional
Nuestra identidad asambleísta nos lleva exitosamente a ser una iglesia nacional o criolla, es decir, del país donde se establece. Pero cabe aclarar que somos una iglesia nacional, no nacionalista, en el sentido de que sólo los mexicanos pueden disfrutar de sus servicios y participar de sus actividades y los extranjeros quedan excluidos. Nos referimos más bien a que la iglesia no debe depender del extranjero en cuanto a su sostenimiento financiero, ministros de culto y liderazgo.
Nuestra doctrina
Nuestra doctrina es pentecostal. Históricamente hemos enfatizado en nuestra predicación estos cuatro fundamentos: Cristo salva, Cristo sana, Cristo bautiza y Cristo viene. La declaración de fe de las Asambleas de Dios consta de las siguientes 16 puntos doctrinales: La inspiración de las Escrituras, el Dios único y verdadero, el hombre su caída y redención, la salvación del hombre, la santificación del creyente, el bautismo en el Espíritu Santo, la sanidad divina, la Iglesia, la mayordomía financiera, el arrebatamiento de la iglesia, la segunda venida de Cristo, el milenio, el juicio final de los incrédulos, cielos nuevos y tierra nueva, el bautismo en agua y la Santa Cena del Señor. Asimismo desaprobamos toda doctrina errónea, −por muy popular que sea− que no se fundamente en la Palabra.
Nuestra adoración
Nuestra adoración es pentecostal, espontánea, profunda, y fervorosa. Procuramos que en nuestros eventos litúrgicos nuestra adoración sea en espíritu y en verdad (Juan 4:23).
Nuestro gobierno
Nos constituimos en El Concilio Nacional de las Asambleas de Dios, A.R, compuesto por ministros e iglesias locales de fe pentecostés, con un sistema de gobierno eminentemente congregacional y representativo. Como Concilio nuestro propósito primordial es reconocer y alentar los métodos escriturales de adoración, unidad, compañerismo, gobierno, obra y negocios de Dios. (Constitución, Declaración Constitucional, página 9).
Nuestra línea de autoridad está establecida en nuestros estatutos de gobierno y en absoluto apego a los principios bíblicos sobre gobierno eclesiástico. En ese orden todos los funcionarios del Concilio, pastores y ministros están sujetos a una autoridad superior establecida en las instancias respectivas, tanto a nivel local como distrital o nacional. Nadie es independiente o absoluto.
La asamblea plenaria de la iglesia constituye la autoridad máxima para los asuntos internos de la misma. El pastor es el presidente de la Iglesia con las facultades y deberes que le confieren nuestros estatutos y el reglamento local.
El Presidente de Sección es la autoridad más cercana al pastor. El Presidente de Sección trabaja bajo la autoridad del Presbítero de Región. Éste a su vez, está sujeto a la autoridad de la Directiva del Distrito. Las facultades y deberes de cada miembro de la Directiva de Distrito están descritas en la Constitución y las Minutas Permanentes del Concilio.
La Directiva de Distrito está bajo la autoridad del Presbiterio y la Convención de Distrito. Todos los funcionarios del Distrito rinden informe de sus actividades ante la Convención de Distrito.
La Directiva General está constituida por el Superintendente General, los Superintendentes Adjuntos, el Secretario y el Tesorero General. Sus facultades y deberes están establecidos en la Constitución y las Minutas Permanentes del Concilio. Todos estos funcionarios rendirán informe de sus actividades ante la Asamblea Conciliar, la cual constituye la voz suprema (Constitución, art.VI, punto 8, pág. 24).
Como podemos observar, en este orden de autoridad ningún funcionario es autónomo, pues todos están sujetos a sus autoridades inmediatas. Nuestros líderes en todos los niveles de nuestra organización son electos por el voto de sus respectivas asambleas. Creemos que en las elecciones se manifiesta la voluntad del pueblo pero también la de Dios. Tal como sucedió en el primer concilio en la iglesia de Jerusalén, al tomar importantes decisiones nosotros también podemos decir: …ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros (Hechos 15:28). De esta manera nuestras elecciones se realizan de manera democrática y teocrática.
Conclusión
Las Asambleas de Dios han sido una institución eclesiástica que a través de los años han evolucionado horizontal y verticalmente. Nos referimos a su estructuración geográfica así como a la multiplicación de sus funcionarios en los diferentes niveles administrativos. Tal desarrollo no ha sido casual, es producto de hombres entregados, leales a la organización y con su identidad eclesiástica bien definida. Pero sobre todo, es el resultado de la gracia, la providencia y el poder de Dios que se han manifestado en esta noble institución.