LAS PRIORIDADES DE LA VISION — Pbro. Fernando Figueroa G.

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Vayamos y construyamos nuestro nuevo templo hermanos! Al grito de esta exclamación la grey se apresura a reunir fondos para lograr tan noble propósito.

Luego un hermano con un poco de sensatez, hace una afirmación que cae como un balde de agua fría y el sueño se desvanece, ¡pero no podemos construir porque ni siquiera tenemos un terreno propio! Parece una broma, no lo es. Los proyectos serios y en los que vale le pena invertir tiempo, dinero y esfuerzo requieren una estructura, un soporte que sostenga de forma sólida la visión. Luego de muchos años de experiencia ministerial y de haber sufrido las consecuencias de proyectos nefastos que parecían prometedores o mal estructurados, bien sea por la inexperiencia o falta de planeación estratégica, comparto ahora con mucho gusto este tema de lo que considero debe tener como indispensable el nacimiento y desarrollo de una visión.

Una visión necesita planificación y objetividad

 

No se puede llevar a cabo una visión si es demasiado abstracta o no puede llevarse al papel para verla de forma concreta. Los sueño son buenos, las visiones nos desafían, pero de poco sirven si no los podemos plasmar en un formato que los demás comprendan. El mismísimo sueño del rey Nabucodonosor era incierto y sin formato ya que solo recordaba que había “algo” importante por descubrir. Dios usó al profeta Daniel para revelar el sueño y de esa forma saber con precisión las particularidades del sueño. Con el sueño debidamente explicado, puesto en papel por el profeta, ahora no solo era comprensible sino materia de análisis y estudio. No podemos saber los alcances y la verdadera trascendencia de una visión si no la podemos redactar, amén de poder planificarla para la consecución de su cumplimiento. Planificar es simplemente determinar los pasos, el método y los tiempos que seguiremos para lograr nuestros objetivos. Sin un plan la visión no tiene mapa, nos podemos perder en cualquier momento, divagar en nuestros esfuerzos y lo peor quizá será trabajar en vano. La determinación de la factibilidad de la visión encaja en este apartado, es necesario medir el grado de posibilidades reales para no sucumbir en la ambigüedad.

Una visión requiere estructura

No todas las visiones son iguales. A mayor envergadura, mayor estructura. Algunas visiones son de peso completo, son más complejas y requieren inversiones millonarias. La estructura de una visión también define los niveles de responsabilidad de los participantes, describe la calidad de los materiales que usaremos incluso los costos. Una estructura incluye una buena filosofía de trabajo. Es como la columna vertebral que le da sentido de existencia y densidad en su misión. ¿Cómo sabemos que una visión está estructurada? Cuando se cumplen los tiempos de forma ordenada y armónica en su realización, lo cual produce satisfacción y se vuelve fuente de ánimo para continuar. Pero hay otro punto importante de la estructura de la visión y no debemos olvidarlo. Es el aspecto emocional que implica aquella visión. El esfuerzo desgasta y hace que las personas se desanimen. Una buena estructura posee los espacios adecuados para los descansos, también cabe este aspecto en la planificación pero es más vulnerable, aquí las vivencias se vuelven parte de la visión, no se trabaja mecánicamente o por mandamiento sino por honor y saludable orgullo.

Una visión necesita ser evaluada periódicamente

La evaluación de la visión no es opcional, es indispensable, debe ser objetiva e instrumental. Cuando una visión no se puede evaluar se encripta, por lo tanto es muy difícil y casi imposible corregir las desviaciones que puedan llegar a presentarse. Evaluación es una palabra que le da salud y flexibilidad a la visión, nos permite detenernos y revisar, hacer preguntas sobre la forma como avanzamos o por qué nos detenemos. Si una visión viene del cielo, podemos estar seguros que Dios siempre nos permitirá evaluar el progreso de la misma. El mismísimo creador evaluó su obra, vio lo que había hecho y lo consideró bueno y saludable.

No entusiasma mucho a la gente saber que una visión es intocable, no permite revisión y en su caso sabia evaluación. Muchas visiones que Dios ha inspirado a sus siervos, no llegan a un final feliz debido a la falta de controles y procesos de evaluación. No debemos temer a la evaluación, siempre será saludable contar con formatos y métodos que nos permitan verificar el avance, recibir informes detallados y en su caso replantear el futuro.

Una visión necesita un grupo de consejeros

Tres proverbios salidos de la cantera salomónica engalanan la propuesta de contar con un grupo de consejeros y las bendiciones que de ello derivan:

  • En la multitud de consejeros hay seguridad. (Proverbios 11:24).
  • En la multitud de consejeros se afirman los pensamientos. (Proverbios 15:22).
  • En la multitud de consejeros está la victoria. (Proverbios 24:6).

Los consejeros que son el equipo de trabajo, cumplen muchas funciones que bendicen los proyectos nacidos en el corazón de Dios. Los reyes de la antigüedad sabían que debían pedir consejo a la profetas antes de salir a una batalla. En el mundo de los negocios bien se sabe que para ejecutar grandes negocios se requiere un grupo de consejeros profesionales para varios aspectos de la visión; entiéndase que una gran visión requiere planeación, finanzas, recursos humanos, reglamentos a cumplir, espacios físicos, tecnología y algunas veces consultorías especializadas. Hacer un templo para 100 personas no creo que sea muy complicado, pero un auditorio para 3000 personas junto con un complejo educativo, oficinas y espacios diversos, va a necesitar profesionales, ¡vale más que lo crea!

Finalmente un aspecto esencial: Necesita recursos financieros

Si estamos seguros y convencidos que la visión que tenemos viene del corazón de Dios ¡adelante! Él suplirá de acuerdo a sus riquezas en gloria. El dinero es el último recurso que Dios provee una vez que hemos caminado todo el proceso previo para realizar la visión.

 

Algunos nunca verán realizada su visión porque no han tenido la calma ni la habilidad de poner en orden sus ideas, piensan que teniendo el dinero todo está resulto, nada más lejos de la verdad. Si alguien no puede administrar lo poco, menos podrá hacerlo con lo mucho. La fe es un músculo que se ejercita y cada vez se hace más fuerte, es mejor tener fe en caja que dinero. El siervo de Dios que anhela cumplir un sueño grande debe estar dispuesto a grandes esfuerzos y disciplinas fuera de serie. El Señor en la medida que vamos creciendo en fe y en obediencia va entregando los recursos para la obra, él es un excelente empresario, quiere estar seguro que sus recursos serán bien usados, sabiamente invertidos y honestamente administrados.

Al amparo del Altísimo y con su bendición vamos adelante. No tema lanzarse a una empresa de fe. No entierre los talentos, de esa forma no pueden multiplicarse. Comience usted mismo por dar el ejemplo cuando de dar se trata. La generosidad es un don que está en germen en nuestro corazón, déjela brotar, que crezca y se desarrolle para que lleve mucho fruto. Alguna vez escuché a un amigo decir: Fe es el don de concebir y realizar grandes sueños para Dios. Los años han pasado y ahora compruebo que tenía mucha razón

fuente: aviva 2014 edicion 13

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