El éxito no es más que la consecución de los objetivos y metas propuestas por una persona en determinado instante, sean éstos ambiciosos o no; incluso se puede hablar de éxito en los pequeños detalles de la vida. Pero, ¿cómo puede alguien lograr lo que se propone? La respuesta es simple, trabajando
El cuerpo del ser humano está diseñado para trabajar:
- Manos, brazos, piernas; huesos, músculos, articulaciones entre los huesos, ¡estupendo, conjunto de piezas vivas capaces de infinidad de operaciones!
- Y para dirigir todo movimiento, trabajo y obra, está el fabuloso cerebro. Capaz de muchísimas transacciones en cuestión de segundos. ¡Aun de realizar múltiples operaciones simultáneas! Definitivamente estamos diseñados para trabajar
1. Debemos trabajar duro (Génesis 2:15)
El trabajo duro no sólo es la cantidad de calorías que quemamos al hacerlo, ni cuántas horas invertimos en ello, sino cuán diligentes somos en hacer el esfuerzo necesario para cumplir el trabajo asignado. Dice la Escritura: Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas (Eclesiastés 9:10). Dios pone al hombre y la mujer en el huerto del Edén con responsabilidades a cumplir. Debían labrar y cuidar el paraíso. Trabajar duro puede involucrar sudor y largas horas de esfuerzo, pero si lo hacemos de manera inteligente podemos ser más eficientes: Si el hacha pierde su filo, y no se vuelve a afilar, hay que golpear con más fuerza (Eclesiastés 10:10 NVI). La Biblia dice en Deuteronomio 5:13: Seis días trabajaras, y harás toda tu obra. El compromiso y la constancia en el trabajo son factores tan importantes que contribuyen a la satisfacción personal, a la seguridad económica y a la capacidad de compartir con los demás. Trabaje duro en silencio, deje que su éxito haga el ruido.
2. Debemos trabajar con entusiasmo
Sea el tipo de persona que dice “yo puedo hacerlo”. Cuando nos encontramos con dificultades en el trabajo, no debemos rendirnos; tratemos de encontrar una alternativa que nos permita acabar nuestra tarea. En lugar de decir: “no, esto no se puede hacer”, podemos decir: “se ve difícil, pero déjeme ver que puedo hacer”. El esfuerzo y la determinación que demostramos nos brindan beneficios, tal actitud es valiosa tanto para los compañeros de trabajo como para nuestros superiores.
No se queje. Nada positivo se consigue si nos limitamos a quejarnos. Es mejor conversar con nuestros superiores si sentimos que un problema en particular está afectando nuestro desempeño. Al hacerlo, se abre una puerta para que la situación negativa pueda corregirse.
Sea organizado. Cuando somos organizados tenemos la posibilidad de ser más eficientes, lo cual permitirá tener mejores asignaciones, ya que otros verán que hacemos el trabajo a tiempo y de manera eficiente. El entusiasmo nos va a conservar siempre en la dirección correcta hacia el éxito.
3- Debemos evitar la pereza (Proverbios 24:30-32)
En Proverbios se condena al perezoso y se desaprueba su falta de trabajo: La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece (Proverbios 10:4). La pereza hace caer en profundo sueño, y el alma negligente padecerá hambre (Proverbios 19:15). De la viña del perezoso no se obtiene ningún fruto, en ella sólo crecen los espinos y las ortigas cubren todo el terreno, su cerca de piedras termina destruida por el descuido. Todos debemos aprender a no imitar al perezoso: Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo. Una persona sabia aprende de los errores de otros. Hoy tenemos una generación que todo lo quiere fácil, bueno y rápido, pero en la vida real no siempre es así. Tomás Alva Edison afirmó: Nunca hice nada por casualidad, todo éxito fue fruto del trabajo. El éxito requiere trabajo y sacrificio.
4. Debemos ver el trabajo como una bendición (Juan 5:17)
Muchas personas consideran el trabajo como una especie de maldición, una auténtica carga. Pero no tienen por qué resignarse a vivir con esa actitud. Pueden hallar la motivación necesaria para llevar a cabo sus tareas con interés, y sobre todo, con verdadera satisfacción. La Biblia ofrece una imagen positiva del trabajo. Señala que los frutos que resultan de la actividad laboral son una bendición. Así, el sabio Salomón escribió: …la gente debería comer, beber y aprovechar el fruto de su trabajo, porque son regalos de Dios (Eclesiastés 3:13 NTV).
Jehová nos ama profundamente y quiere lo mejor para nosotros, desea que nos sintamos realizados en nuestro empleo y que disfrutemos de los beneficios que nos brinda. Si aprendemos a ver positivamente el trabajo como Dios lo ve, y nos guiamos por sus principios, podremos mantenernos en el propósito divino y disfrutaremos del fruto de nuestro trabajo (Eclesiastés 5:18). Si trabajamos con dedicación, entusiasmo, haciendo a un lado la pereza y considerando el trabajo como una bendición, tendremos lo necesario para proyectarnos a una vida de éxito y de satisfacción por haber cumplido con nuestros objetivos.