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EL LLAMADO DE DIOS AL SERVICIO Pbro. Joel Aguilar Grajales

La actividad salvadora de Dios, y la respuesta de la humanidad a ella, parecen ser una especie de hilo común, siempre presente en toda la Escritura (Timothy Munyon).

E sta es la empresa de Dios, ¡salvar! Este es el tema en el que piensa y actúa en relación a su máxima creación, el hombre, pues lleva su propia imagen. Este es el quehacer divino, que ha tenido un alto costo, la misma vida del Señor Jesucristo, con el solo fin de rescatar al hombre del pecado. Desde el comienzo de la historia el hombre lamentablemente se perdió, cayó en desgracia siguiendo su propio camino. El profeta Isaías dice: Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino… (Isaías 53:6). Ha sido él, el Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, quien participa en cada momento del devenir histórico de la raza humana para salir al encuentro del perdido. Consideremos los siguientes ejemplos:

El Padre buscando a los primeros pecadores que se esconden de su presencia entre los árboles del huerto después de pecar: Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Ese mismo día Jehová da una esperanza de salvación: la simiente suya [Cristo]… …te herirá en la cabeza… le dijo a Satanás (Génesis 3:9, 15). Con su muerte, Jesús rescataría al hombre caído.

Siglos más tarde, Jesús, el Salvador del mundo, afirmó haber venido …para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).

Por último, la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, vino a este mundo con un ministerio especial, el de convencer al mundo de pecado (Juan 16:8). El descenso del Espíritu Santo fue una promesa hecha por Jesús a sus seguidores. El cumplimiento de esta promesa lo encontramos en Hechos 2.

Dios siempre busca al extraviado. Esta verdad se enseña en la parábola de la oveja perdida. El pastor deja las noventa y nueve y sale a buscar al desamparado animalito (Lucas 15:4, 5). Así es el corazón de Dios, que ama y busca al pecador para salvarlo.

La actividad salvadora de parte de Dios es inmensa, colosal. Rebasa los recursos y expectativas humanas, ¡debe llegar a todo el mundo! Hay que invertir en ella muchos recursos. El Señor ha hecho su parte, Cristo dijo desde la cruz consumado es, pero en estos días finales todos deben saberlo, Dios quiere salvarlos. El Espíritu Santo fue enviado como el recurso divino, él da poder para el testimonio, convence, enseña; es el ejecutivo celestial que tiene que ver con toda la logística en el plan de rescatar al perdido.

Es por eso también que el Señor hace un llamado a todo creyente para servir a Dios en este trabajo. Entrega a cada uno capacidades especiales, habilidades, ministerios, y dones para que en esta unidad de cooperación entre Dios y el hombre sea posible realizarlo.

El apóstol Pedro enseña que todo creyente tiene un don de servicio: Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios (1 Pedro 4:10). El apóstol no dice algunos de ustedes que han recibido un don… su expresión es cada uno. ¿Qué quiere decir esto de ser buenos administradores de la multiforme gracia de Dios? Significa que el Señor tiene un plan maravilloso para cada uno de sus hijos, los que ha salvado. Quiere decir que todo estará en el trabajo a desarrollar.

El apóstol Pablo concuerda con lo dicho por Pedro respecto a los dones del Espíritu, y al abordar el tema ilustra esta actividad usando la analogía del cuerpo humano. Expresa primero la diversidad de dones, ministerios y operaciones…y afirma luego que …a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho… Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo… Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso (1 Corintios 12:1-18). Por lo tanto, se debe considerar que todo creyente tiene un don para servir en la obra del Señor.

Hemos de servir en el lugar donde Dios nos ha puesto. Puede ser aun en los trabajos que se consideran sin importancia, insignificantes, tales como barrer la iglesia u otros similares; pero todo es parte del servicio en su obra. Así que será de grande bendición y tendrá gran recompensa. Jesús dijo que un vaso de agua que se dé en su nombre tiene galardón.

Es por ello que Dios hace el llamado a una vida de servicio en amor. Y es en ese ámbito del cuerpo de Cristo que es la iglesia, en que encontramos la verdadera felicidad, sirviendo a los demás, como lo aconseja el apóstol Pedro: …según el don que ha recibido, minístrelo a los otros. Amor es renunciar al yo para vivir en servicio a los demás y a Dios.

En la enseñanza del juicio a las naciones, podemos observar la importancia del servicio: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis… De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis (Mateo 25:34-40). Entonces es bueno servir a Dios y a los hermanos demostrando una fe viva que trasciende las cuatro paredes de la iglesia y las fronteras entre países.

El Señor dice: “Y ellos serán Míos”, dice el Señor de los ejércitos “el día en que Yo prepare Mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve”. Entonces volverán a distinguir entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve (Malaquías 3:17-18 NBLH).

fuente: Aviva 21, edición Octubre 2016
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