El carácter siempre determina nuestras actitudes.
Un conglomerado como el Concilio Nacional de las Asambleas de Dios se estableció con aquellos hombres y mujeres que tuvieron la actitud proactiva de ver en el futuro un concilio de ministros capaces de recibir por herencia lo que hoy disfrutamos que es nuestra entidad, liderazgo y ministerio en forma personal.
Las actitudes son determinantes en nuestra vida diaria, se manifiestan en lo que sentimos, pensamos y actuamos. Tienen tal influencia que nos pueden provocar a un desarrollo integral o detenernos de manera frustrante en todo lo que somos y vivimos.
La palabra actitud, del latín actitudo, se refiere a la postura del cuerpo que determina y manifiesta los estados de ánimo como la benevolencia, amenaza, paz, destrucción violencia, amor, desobediencia u obediencia. Las actitudes se podrían clasificar también como actitud desinteresada, manipuladora, emotiva, integradora, proactiva, negativa, colaboradora y pasiva.
Las actitudes determinan en nosotros comportamientos que dicen quiénes somos y qué hacemos. Todos nosotros, como parte de un Concilio que constantemente está en cambios de crecimiento, somos llamados a ser líderes con actitudes de compromiso organizacional.
Actitud organizacional
La actitud organizacional es comprender que los líderes que están en diferentes posiciones o jerarquías han sido puestos por Dios, y los tales tienen que ser respetados y honrados en el desempeño de su trabajo. Por lo tanto, deberá prevalecer la comprensión y la certeza de que un día estaremos en alguna posición de menor o mayor responsabilidad, ya que así es el ciclo y estructura de la organización a la que pertenecemos.
Actitud proactiva
Esta actitud es una constante necesidad del líder en la organización. Es aquella actitud futurista, creativa y razonada que permite desenvolverse en diferentes dimensiones de demanda y capacidad, para lograr un desarrollo integral de nuestro contexto y dar dirección atinada para lograr un completo éxito. Cuando no existe una actitud proactiva el crecimiento y desarrollo se detienen en todas las áreas y dimensiones del liderazgo personal y de equipo.
Actitud ante los problemas
El líder nunca provoca o fabrica problemas, más bien debe estar siempre listo para resolverlos. Como líder y juez, Moisés tenía que resolver todos los problemas del pueblo de Israel, pero su suegro Jetro le aconsejó que pusiera líderes regionales para atender todo tipo de asuntos, y los más difíciles los llevaran a Moisés (Éxodo 18:17-22). Esa fue la manera en la que el gran líder descubrió que había otros hombres capaces de resolver dificultades.
Hay personas cuya actitud los hace vivir en problemas cada día, pero también existen otros que aprenden a resolverlos. La mejor actitud del líder es que piense que hay solución para cualquier tipo de problemática siempre y cuando se actúe con sabiduría, inteligencia y dominio propio.
Actitud en las finanzas
Una actitud transcendental en la vida material de toda organización, familia, pueblo o nación, es aquella que se tiene hacia el dinero. Cada día nos enfrentamos con la seguridad o incertidumbre de cómo resolver las necesidades materiales, pues en ocasiones nos pueden señalar que somos egoístas, avaros, materialistas o liberales con el dinero.
Todos tenemos una actitud determinada con el dinero. La mejor actitud del líder no es señalar con crítica despectiva quién de los demás tiene o recibe mejor paga que otros o quién tiene una muy favorable posición económica. Son contados los líderes que aprendieron a vivir con la actitud de ser generosos en su vida diaria; son diezmadores y liberales al ofrendar, porque saben que Dios cuida del dinero que se invierte en la iglesia y en su obra. Nunca están con su mano cerrada.
Nuestro Concilio siempre ha prosperado y seguirá haciéndolo por la permanente actitud de los siervos, hombres y mujeres que nunca han cerrado su mano en tiempos de escasez o de abundancia para bendecir a otros y lograr que el reino de Dios se siga estableciendo en cada lugar de este mundo. Conclusión Nuestro carácter determina las actitudes en todo lo que somos y hacemos. Que éstas sean siempre las mejores y enriquezcan en todo tiempo a quienes dependen de nuestro liderazgo y ministerio.