La Iglesia en crecimiento , conoce cómo creció la iglesia del primer siglo

La fidelidad a Cristo y el creci­miento de la iglesia van de la mano. Hechos 2:47 – El Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Los discípulos esperaron en Jerusalén hasta que fue­ ron bautizados en el Espíritu Santo, que los empoderó para la misión que Cristo les encomendó. Este grupo de discípulos de Jesús y otras 120 personas comenzaron el proceso de alcanzar al mundo para Jesús. Difícilmente pensaríamos que un grupo tan pequeño revolucionaría una ciudad, y mucho menos el mundo entero. Pero Dios no está limitado por la lógica humana.

El ejemplo de la iglesia primitiva nos recuerda que la fidelidad a Cristo y el crecimiento, tanto espiritual como numérico, van de la mano. Examinaremos los componentes que condujeron al crecimiento explo­sivo de la iglesia primitiva y comentaremos cómo podemos experimentar tal crecimiento en nuestra vida y en nuestras iglesias locales.

Parte 1—Reciba la Palabra con gozo

Proclamación ungida Hechos 2:4,5,14-18

Jesús había declarado a sus seguidores que recibirían poder del Espíritu Santo para ser sus testigos (Hechos 1:8). Esto fue evidente el día de Pentecostés cuando Dios derramó su Espíritu Santo sobre los primeros creyentes. Cuando fueron llenos del Espíritu, los cre­ yentes hablaron en otras lenguas (2:4). En este caso, eran lenguas que hablaban por personas reunidas en Jerusalén para la fiesta (w. 5,8). Imagínese la sorpresa de muchos que venían de otras regiones cuando comenzaron a escuchar el evangelio en su idioma nativo.

Pedro explicó que este era el cumplimiento de las promesas de Dios (w. 14-18). El profeta Joel había hablado de este derramamiento (Joel 2:28,29). Todas las personas pue­ den experimentar la presencia y el poder del Espíritu Santo, sean hombres o mujeres, jóve­ nes o ancianos, esclavos o libres. Los apóstoles explicaron que Dios estaba obrando para redimir a su pueblo al enviar a Jesús como Señor y Cristo. El derramamiento del Espíritu es la prueba de que Jesús es el Señor resucitado y exaltado.

La proclamación ungida por el Espíritu de las buenas nuevas de que Dios quiere obrar en la vida de todas las personas todavía la necesitamos hoy. El Espíritu puede obrar poderosamente a través de los creyentes para testificar de Jesús. Debemos buscar todas las oportunidades de anunciar las buenas noticias a los demás. No deseche su testimonio de lo que Jesús ha hecho en su vida. Este testimonio puede atraer a otros a Jesús.

□ Respuesta sentida Hechos 2:37-41

El mensaje de los apóstoles ungido por el Espíritu trajo convicción al corazón de muchos en la multitud (Hechos 2:37). Los discípulos estaban viendo el cumplimiento de las pala­bras de Jesús en Juan 16:7-9. A medida que las personas en la multitud del día de Pente­costés comenzaron a darse cuenta de que Dios había enviado la respuesta a sus oraciones en la persona de Jesús, Aquel al que habían rechazado y entregado para ser crucificado, sus corazones se compungieron. Las personas querían saber cómo debían responder a la verdad sobre de Jesús.

Pedro instruyó a la gente que se arrepintieran y fueran bautizados como seguidores de Jesús (Hechos 2:38). Poner su fe en Jesús les otorgaría el perdón de sus pecados. Al ser restaurados y tener una relación correcta con Dios, podrían recibir el don del Espíritu (v. 39). Ese día, tres mil personas respondieron al llamado a la salvación.

Pedro habló de la esperanza en Jesucristo. El arrepentimiento y la decisión de seguir a Jesús es la manera de recibir el perdón. Dios continúa su obra en los creyentes mediante el Espíritu Santo para que hablen a otros de Cristo. Aquellos que reciben las buenas nuevas son añadidos a la familia de Dios.

Parte 2-Compañerismo y ministerio cristianos

□ Vida compartida Hechos 2:42-47

Una razón de que la iglesia primitiva creciera fue que los creyentes compartían lo que tenían. Juntos aprendían la Palabra de Dios, oraban y adoraban. Se animaban unos a otros y compartían los alimentos y atendían las necesidades que había entre ellos. Los apóstoles lideraban enseñando y realizando obras milagrosas. Hechos 2:42 identifica cuatro elemen­ tos necesarios para el crecimiento espiritual y de la iglesia: (1) Aprender juntos la Palabra de Dios y cómo aplicarla. (2) Alentarse unos a otros y establecer relaciones seguras y amo­ rosas. (3) Adorar juntos para celebrar lo que el Señor ha hecho y está haciendo. (4) Orar juntos e interceder unos por otros.

Cuando estos elementos están presentes, nos volvemos una comunidad amorosa y solidaria de la que fluye el evangelio. Cuando los primeros creyentes en los Hechos demostraron las enseñanzas de Jesús sobre el amor a Dios y a los demás, la gente los vio con favor y se abrieron al evangelio. Cada día más personas llegaban a la fe en Cristo y se sumaban a la Iglesia.

□ Los milagros y el mensaje Hechos 3:1-12; 4:1-4

Pedro y Juan se encontraron con un mendigo cuando fueron al templo. Había sido cojo desde su nacimiento y, para satisfacer sus necesidad básicas, dependía de la caridad de los que iban a ese lugar de adoración. El Espíritu le hizo ver claramente a Pedro que Jesús tenía algo para ese hombre además de unas pocas monedas. Pedro declaró sanidad para el enfermo en el nombre de Jesucristo (Hechos 3:1-7).

La respuesta del hombre ante su sanidad atrajo la atención de otros. La gente estaba familiarizada con él sentado a la puerta, y se asombraron de lo que vieron (w. 8-11). Pedro y Juan aprovecharon la oportunidad para proclamar a Jesús como el Salvador resucitado cuyo poder había sanado al hombre. Su predicación molestó tanto a las auto­ridades judías que encarcelaron a los dos apóstoles (4:1-4). Pero muchos en la multitud creyeron.

El poder del Espíritu a través de señales y milagros puede abrir puertas para que hable­mos a otros sobre Jesús. Debemos recordar que los milagros y el mensaje de Jesús siempre van juntos. El mérito de los milagros siempre debe atribuirse a Jesús, no a nosotros.

Los creyentes no debemos sorprendernos si enfrentamos oposición. Sin embargo, la Iglesia creció conforme ministraban por el poder del Espíritu en el nombre de Jesús.

Parte 3-La Palabra, el Espíritu, la multitud

□ La proclamación ungida por el Espíritu Hechos 4:5-22

Después de pasar la noche en la cárcel, Pedro y Juan fueron traídos ante el Sanedrín. El concilio los interrogó acerca de cómo fue sanado el hombre (Hechos 4:5-7). Con la unción del Espíritu, Pedro audazmente proclamó que esta sanidad fue hecha por el poder de Jesús (w. 8-10). Pedro luego declaró que el rechazo de Jesús por parte de los líderes judíos fue el cumplimiento del Salmo 118:22. Jesús es la piedra angular del plan de Dios para la salvación (Hechos 4:11). No hay otro Nombre en quien el ser humano pueda ser salvo (v. 12).

Como el concilio no podía negar el milagro, ordenaron a los apóstoles que no hablaran a nadie en el nombre de Jesús. Pedro y Juan rechazaron esta orden, declarando que debían de obedecer a la autoridad de Dios por encima de la autoridad humana.

La iglesia primitiva enfrentaba gran oposición. Con una valentía que vino de la unción del Espíritu Santo, Pedro proclamó sin vacilar la verdad acerca de quien es Jesús: el Salva­ dor resucitado y el único medio de salvación en cumplimiento del plan de Dios.

En una época en que la resistencia y el rechazo al evangelio aumentan, sabemos que el mismo Espíritu que ungió a los apóstoles da poder a los creyentes hoy para proclamar el evangelio y obrará a través de nosotros para hacer milagros en el nombre de Jesús. Él obra también en el corazón de otros para atraerlos a la fe en Jesús.

□ Unidad entre los creyentes Hechos 4:23-32

Al ser liberados por el Sanedrín, Pedro y Juan informaron de su encuentro a los otros creyentes (Hechos 4:23). Entonces, los creyentes oraron, expresando su confianza en la soberanía de Dios (v. 24). Ir a Cristo en busca de fortaleza nos permite permanecer fieles y unidos en nuestro servicio a Él. Los primeros creyentes estaban convencidos de la sobe­ ranía de Dios (w. 25-28). Cuando oraron por la ayuda de Dios, «el lugar en que estaban reunidos tembló» y todos recibieron una nueva llenura del Espíritu Santo (w. 29-31).

Dios desea darnos una nueva llenura del Espíritu Santo con el fin de empoderarnos para proclamar el evangelio y obrar los milagros. Esta misma llenura nos unirá más como creyentes. La unidad en la iglesia primitiva se extendió más allá del cumplimiento de su misión, a construir una comunidad de fe. Al proclamar el evangelio y compartir con los necesitados, ellos «[eran] de un corazón y un alma» (v. 32), y la Iglesia continuó

¿Qué nos dice Dios?

Debemos adoptar las dinámicas espirituales que hacen crecer a la iglesia para avanzar como el cuerpo de Cristo y como creyentes individuales. A medida que adoramos al Señor, aplicamos su Palabra, seguimos al Espíritu y mostramos amor unos a otros, el reino de Dios prosperará entre nosotros.

creciendo.

Acerca de: Editorial VIDA

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2 comentarios

  1. Hola me parece que el material del alumno corresponde a la clase anterior. Podría subir el material del alumno de la lección 16 por favor?. Gracias¡¡

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