LA EXPANSIÓN DE LA IGLESIA APOSTÓLICA (3) una clara explicación de su crecimiento y cómo fue

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Dios es quien ha permitido que la iglesia crezca en número y que el evangelio trascienda a más personas. Su voluntad es que una vez que alguien le conozca experimente el gozo que trae el ser parte del cuerpo de Cristo, y a través del testimonio personal otros le conozcan.

Lucas estaba vitalmente interesado en el progreso del evangelio, y en la consiguiente expansión de la iglesia por la actividad del Espíritu. La iglesia del día del Pentecostés estaba compuesta de judíos y prosélitos, es decir, gentiles que habían abrazado la religión hebrea, y por lo tanto eran contados entre el mismo grupo.

Los judíos odiaban a los samaritanos, que eran una raza mixta y tenían una religión cismática. Pero en Hechos 8:14-17, Lucas afirma que el Espíritu descendió sobre los creyentes samaritanos. Es signi­ficativo que esto ocurriera sólo después de que los apóstoles les impusieran las manos, lo cual era una actitud de amor y compañerismo de parte de ellos, que además señalaba el hecho de aquella salvación viene de los judíos (Juan 4:22).

La barrera entre judío y gentil se rompió también en Hechos 10:44-11:18 cuando el fenómeno del Pentecostés lo repitió el Espíritu mientras Pedro predicaba el evangelio a los gentiles.

I. ETAPA DE ESPERA

Durante el ministerio de Jesús, sus discípulos creyeron que él era el tan esperado “Mesías”, palabra hebrea, y “Cristo”, palabra griega. Ambas significan “El Ungido”. Jesús acepta este título de sus seguidores inmediatos, pero les prohíbe que proclamen esta verdad al pueblo en general hasta que resucitase de entre los muertos.

Durante los cuarenta días que siguieron a su resurrección, Jesús les mandó a sus discípulos que antes de que comenzaran a predicar su evangelio esperaran el bautismo del Espíritu Santo (Hechos 1:4). Después de recibirlo serían sus testigos por todo el mundo.

Sin duda, aquellos fieles ya habían creído en su corazón. Sin embargo, esta etapa de espera nos hace perci­bir actitudes que anteceden a un suceso tan importante como lo es la expansión de la iglesia.

1. La obediencia de los discípulos

La razón por la que el Señor les pidió esperar fue que sabía que necesitaban un poder sobrenatural para predi­car. Esta no era una indicación cualquiera. Ellos mostraron sometimiento total a la voluntad de Dios. Subieron al aposento alto y ahí perseveraban unidos, a la espera de la promesa (Hechos 1:13,14).

¡Qué importante es perseverar creyendo! Cuando Dios nos pide esperar en él nos ofrece la oportunidad de aprender a obedecer, de someternos a sus planes y de crecer en la fe.

La fe y la obediencia movieron aquel grupo de personas a buscar un punto de reunión y a permanecer unánimes juntos.

2. La devoción de los discípulos
Todos… perseveraban unánimes en oración y ruego(Hechos 1:14).

En la vida cristiana los tiempos de esperar en Dios deben ir siempre acompañados de una actitud correcta, no de quejas y cuestionamientos. Con nuestras actitudes debemos dar testimonio de una fe verdadera y mos­trar evidencias de que estamos aprendiendo a someternos a él.

II. ETAPA DE EXPANSIÓN

El día tan esperado llegó (Hechos 2:1). Así como Jesús lo dijo estaba sucediendo. Aquellos que creyeron y es­peraron obedientes la promesa la estaban recibiendo en el día del Pentecostés. (Hechos 2:3-13). Luego vemos a Pedro, que poniéndose en pie dio su primer discurso para declarar que lo dicho por el profeta Joel se estaba cumpliendo (Hechos 2:14-21). La gente que le escuchó se arrepintió, se bautizó y se añadieron como tres mil personas en aquel día.

La expansión del cuerpo de Cristo había comenzado. Y aunque esta época de la historia de la iglesia cris­tiana es corta, pues dura sólo quince años (35-50 d.C.), es de gran importancia.

En ella se vería la cuestión de si el cristianismo debía permanecer como una secta judía o debía ser una iglesia dispuesta para todo el mundo, pues cuando comienza este periodo el evangelio estaba limitado sólo a la ciudad de Jerusalén y a sus alrededores.

Cuando este periodo termina, la iglesia estaba bien establecida en Siria, en Asia Menor, y comenzó a ex­tenderse hasta Europa. Sus miembros ya no sólo eran judíos, sino que predominaban los gentiles.

Dentro de esta etapa hubo dos sucesos que contribuyeron a la expansión de la iglesia:

1. La falta de organización de la iglesia
En la iglesia de Jerusalén comenzaron las inconformidades. La causa era que en los fondos de ayuda se descui­daban a las familias de los judíos helenistas. Los apóstoles convocaron a la iglesia y propusieron elegir a siete

personas como encargadas de ese servicio.
Uno de los siete hombres que fueron llamados para realizar este trabajo secular fue Esteban, un hombre

lleno del Espíritu Santo, a quien pronto se le identifica como predicador. Esteban fue de los primeros en tener la visión de que el evangelio era para todo el mundo, y esto lo llevó a aprovechar cada oportunidad para procla­mar las buenas nuevas. Los judíos que lo escuchan no pueden rebatir la palabra de este siervo de Dios, así que reúnen testigos falsos para acusarlo ante las autoridades religiosas judías. Finalmente, Esteban es condenado a muerte. Entre los que intervienen en su muerte estaba el joven Saulo, originario de Tarso, en la costa de Asia Menor, quien fuera educado por el gran Gamaliel, maestro acreditado de la ley judía. Aunque la muerte del llamado protomartir fue un suceso duro no olvidemos que el Espíritu Santo era quien dirigía la historia.

2. La persecución de los cristianos
Después de la muerte de Esteban, Saulo de Tarso llegó a dirigir una terrible persecución contra los discípulos de Cristo, tanto hombres como mujeres, a quienes arrestaba, ataba y azotaba. A partir de esto la iglesia se diseminó por todas partes, y a donde quiera que iban se constituían predicadores del evangelio y establecían nuevas obras.

Es importante notar que todas las cosas contribuían para que la expansión siguiera su curso, pues más tarde este perseguidor acérrimo, Saulo de Tarso, sería quien con su carácter y entereza establecería más iglesias.

III. ETAPA DE GLORIA

Esteban había muerto, pero más hombres llenos del poder del Espíritu Santo, como Felipe, siguieron predi­cando el evangelio. Este segundo diácono establece una iglesia en Samaria. Con ello notamos que él ya había sido libre de prejuicios, y sin duda el Espíritu Santo se movía. Pedro y Juan reconocieron la labor de Felipe, así que esta fue la primera iglesia establecida fuera del seno del judaismo.

Felipe siguió compartiendo el evangelio en las diferentes ciudades costeras desde Azoto hasta Cesárea; llevó el mensaje a ciudades gentiles que contaban con poblaciones judías. Aquí el evangelio entraría en contacto con el mundo pagano y la expansión tomaría más fuerza. En este mismo tiempo vemos cómo Dios también usa la vida de Pedro, quien supervisaba los trabajos de la iglesia, viajando a distintos lugares para visitar a los cristianos.

Dios obraba milagros a través de la vida de Pedro. Hechos 9:36-43 registra el caso de una discípulo llamada Taírita, que traducido quiere decir, Dorcas. Ella había enfermado y había muerto, pero por medio del apóstol el Señor le devolvió la vida. Esto se supo en toda la comunidad de Jope, y muchos más creyeron en Jesucristo.

En esta misma época, Saulo, el perseguidor de los cristianos, se dirigía a la ciudad de Damasco, cuando de pronto lo rodeó un resplandor de luz del cielo. Jesús le fue revelado y sus ojos fueron cegados. Pero para esto Dios prepara a Ananias, discípulo de Jesús, quien va al encuentro de Pablo y ora por él; en ese momento reco­bra la vista y es lleno del Espíritu Santo. El de Tarso ahora posee el poder para predicar el evangelio y, con el mismo carácter con el que perseguía a los cristianos, ahora viaja estableciendo iglesias (Hechos 9:1-17).

Bajo la unción del Espíritu Santo, y en compañía de Bernabé y Juan Marcos, el de Tarso lleva a cabo su primer viaje misionero (Hechos 13:1-3). La gira inicia en Chipre (isla donde nació Bernabé). Juan Marcos en Perge regresa a su tierra por una razón que Pablo considera injustificable. Después, los misioneros se dirigen a Antioquía de Pisidia, donde se registra el primer sermón de Saulo. Luego parten a Listra, donde Pablo y Bernabé son aclamados como dioses. Por último viajan a Derbe donde el apóstol descansa después de haber sido apedreado en Listra.

En su segundo viaje misionero, Pablo y Bernabé se separan. El de Tarso ahora se dirige a las iglesias de la Turquía actual. En el tercer viaje, Saulo regresa a Antioquía, para finalmente partir hacia la ciudad de Roma.

EL CIERRE

Al conocer la época de expansión en la iglesia no nos resta más que agradecer al Padre celestial por la interven­ción de su Espíritu Santo en todo; cada personaje, cada suceso, cada viaje de Pablo, reflejan el accionar divino. Nuestra vida entonces debe poseer la presencia del Consolador para poder cumplir con la gran comisión de predicar el evangelio. Vivamos consagrados al Señor para que podamos ser instrumentos en sus manos. Anhelemos ser usados por su Espíritu para que otros le conozcan

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Acerca de: Pastor: David Gamboa

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Creador y fundador de este portal y otros que son parte de su trabajo como diseñador web, Pastor de la iglesia Emanuel para las Asambleas de Dios en México, Musico y director del grupo Fase2 y director del sello disquero Unzion Records. Promueve y patrocina esta plataforma esperando sea de bendición para ti.

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